Aunque la nueva vida sin plásticos en CDMX ha sido ampliamente bien recibida, a poco menos de un mes de que comiencen oficialmente las primeras acciones para eliminar por completo los plásticos de un solo uso en la capital, 380 personas dedicadas a la industria del plástico han perdido ya sus empleos por el cierre de cinco empresas, de acuerdo a lo dicho por la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (ANIPAC) a El Financiero.

El tema de fondo, han vuelto a insistir, es que en Ciudad de México se ha prohibido tajantemente los plásticos, sin considerar que en realidad el plástico es el material que más nivel de reciclaje tiene. De hecho, en Estado de México está la planta recicladora de plásticos más grande del mundo.

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Gobierno local por otra parte asegura que el diálogo con comerciantes ha sido permanente. Las cadenas de supermercados Walmart y Chedraui se han sumado así como las tiendas Oxxo.

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Todos los comercios involucrados en las conversaciones han accedido a sustituir las tradicionales bolsas por materiales más sustentables y que al mismo tiempo sean de bajo precio, de forma que las empresas no se vean afectadas. A decir de Marina Robles, titular de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México, las 8 mil toneladas diarias de bolsas que se usan en CDMX disminuirán a 2 mil para 2024.

Aunque las acciones comienzan en 2020, para 2021 nadie debería estar usando productos hechos con plásticos de un solo uso. Entre los artículos que contempla la prohibición están cuchillos, cucharas, platos, popotes o pajitas, bastoncillos para hisopos de algodón, globos y varillas para globos, vasos, charolas, entre otros.

Los plásticos biodegradables son más difíciles de reciclar

Los plásticos que son hechos a partir de productos de origen biológico son mucho más difíciles de reciclar, uno de los puntos más criticos en torno a la nueva legislación de residuos sólidos. Aunque en México se ha consolidado una potente infraestructura de reciclaje esta se verá recortada con la entrada en uso de los bioplásticos.

El problema es que hasta los bioplásticos emiten huella de carbono en su proceso de degradación. Menor capacidad de reciclaje derivará en mayores proporciones de bioplásticos desechados, que aunque si bien son biodegradables (su contenido puede ser metabolizado por bacterias y parásitos), su proceso de construcción y el mismo proceso de degradación produce huella de carbono.

En suma, la sustitución de plásticos por bioplásticos no es una medida que por sí sola construya una economía circular; su existencia solo puede argumentarse ecológica si se le instrumenta junto con otras medidas que potencialicen las capacidades de su reciclaje en CDMX, y de paso, aprovechando los orígenes biológicos del bioplástico, también su compostaje.

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