Por primera vez se encontraron los huesos articulados fosilizados del pájaro del trueno de Stirton (el ‘Dromornis stirtoni’), casi en la misma ubicación relativa en la que se encontraba el animal vivo. Los restos de esta extraña y enorme ave no voladora, de casi media tonelada y perteneciente al Mioceno tardío, fueron descubiertos en la reserva de Alcoota, Australia. El hallazgo, realizado por investigadores australianos, es significativo porque mayormente los fragmentos de las especies de vertebrados allí excavados se encuentran mezclados a causa de antiguas inundaciones, informó este miércoles ScienceAlert. 

“Lo que significa es que el cadáver estaba entero cuando fue enterrado”, dijo a ScienceAlert, Adam Yates, paleontólogo y curador en el Museo y Galería de Arte del Territorio del Norte, Australia. “Solo obtuvimos la parte inferior de las piernas porque eso es todo lo que excavamos”. Los investigadores esperan que una gran parte o quizás todo el esqueleto pueda aparecer en una próxima excavación, si exploran más en el banco en el que encontraron las piernas.

Los restos articulados hallados en Alcoota son un descubrimiento valioso porque dan una idea mucho más precisa de las verdaderas dimensiones de estos animales y ayudarán a los paleontólogos a diferenciar los huesos del ‘Dromornis stirtoni’ de los otros fósiles que hay en el yacimiento. En la cuenta oficial en Twitter, del Museo y Galería de Arte del Territorio del Norte, se mostraron fotografías de la excavación.

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Los investigadores llamaron ‘Deb’ al ejemplar, pues sospechan que los restos pertenecen a una hembra. Esta conjetura se basa en el tamaño de los huesos de las piernas, ya que en estas aves se observa el dimorfismo sexual. Sin embargo, los científicos pretenden hacer una prueba histológica para confirmar sus sospechas. En los huesos de los ejemplares femeninos, los científicos han identificado un tipo de tejido llamado hueso medular que funciona como una reserva temporal de calcio que las hembras extraen para producir el cascarón de sus huevos. Los machos carecen de esta característica, señaló Yates.

En otro tuit, los investigadores muestran una reconstrucción de un hueso del muslo de ‘Deb’.

Yates explica que los fósiles de ejemplares jóvenes de estas aves son extremadamente escasos, lo que sugiere una lenta tasa reproductiva, con solo uno o dos polluelos al año. Este rasgo desventajoso, unido al hecho de una lenta maduración sexual (que ronda los 15 años) pudo hacerlos muy vulnerables a las condiciones ambientales cambiantes del final del Mioceno y desaparecer después de sobrevivir 25 millones de años. Los resultados de esta investigación fueron recientemente publicados en The Anatomical Record.

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