Los ácaros ‘Demodex folliculorum’ llevan una vida plena en la cara de casi todos los seres humanos sin que nos enteremos de su existencia simbiótica, que, lejos de ser una mera existencia, no se privan de su vida sexual cuando llega la noche. Sin embargo, estos encuentros íntimos en la superficie de nuestra piel podrían tener los días contados.

Los organismos en cuestión miden unos 0,3 milímetros de largo y viven en los folículos pilosos, también en los de las pestañas y los pezones, alimentándose del sebo que los poros liberan de forma natural. Son ‘animales nocturnos’ que copulan aferrándose al pelo humano, pero al parecer ya están afrontando su extinción.

Un nuevo estudio publicado en la revista Molecular Biology and Evolution, el primero de secuenciación del genoma de esa especie, determinó que la cantidad de genes de los ácaros ‘Demodex folliculorum’ es mínima y, de hecho, la más baja jamás vista en ellos y otras especies afines.

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La pérdida de genes coincide con la reducción drástica en el número de las células. Unida a la endogamia extrema debido a su existencia aislada, la falta de los genes de reparación del ADN podría haber colocado a estos ácaros en un camino hacia su fin.

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“La pérdida de genes esenciales de reparación del ADN y la falta de exposición a posibles parejas que pudieran añadir nuevos genes a su descendencia puede haber encaminado a ‘D. folliculorum’ a un callejón sin salida evolutivo y a una posible extinción”, explicó el investigador español Andrés Moya, de la Universidad de Valencia, uno de los autores del estudio. “Si bien estos fenómenos ya se conocía que se daban en bacterias simbiontes, el estudio lo demuestra por primera vez en eucariotas animales”, agregó.

La razón por la que los ácaros se muestran activos precisamente por la noche radica en la carencia de la protección ultravioleta, que los obliga a esconderse en nuestros poros a plena luz del día, y a la pérdida del gen responsable de que los animales reaccionen al sol y se despierten.

Además, no son capaces de producir melatonina y para alimentar sus importantes tareas reproductivas durante las sesiones nocturnas utilizan la melatonina que segrega la piel humana cuando anochece. Este compuesto químico es necesario para muchos animales nocturnos para mantenerse despiertos de noche.

Otro descubrimiento que hicieron los científicos fue confirmar que los ácaros tienen ano, a pesar de las suposiciones previas que apuntaban a su ausencia. Ese dato les exime de responsabilidad por algunas de nuestras irritaciones cutáneas que les solían atribuir, pues se creía que cargaban con sus heces a lo largo de toda la vida y cuando las liberaban a la hora de morir, provocaban inflamaciones.

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