Los huesos proporcionan al cuerpo una estructura firme y protegen los órganos internos más delicados. Son un tejido fuerte que está sometido a un proceso continuo de “remodelación” en el cual se reemplaza gradualmente el tejido óseo viejo por tejido óseo nuevo. Cada hueso del cuerpo se renueva por completo cada 10 años.

La parte dura externa del hueso (hueso cortical) está compuesta por proteínas como el colágeno y una sustancia llamada hidroxiapatita, constituida por calcio y otros minerales y responsable de la resistencia y densidad del hueso.

La parte interna (hueso trabecular) es menos densa que la parte exterior, pero contribuye de manera importante a la fortaleza ósea, pues si disminuye la cantidad o la calidad de esta parte del hueso aumenta el riesgo de fracturas. Asimismo, en el interior del hueso está la médula ósea, que contiene células especializadas que producen células sanguíneas.

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Cuando la densidad de la masa ósea disminuye, los huesos se vuelven más porosos y, por lo tanto, más frágiles. Resisten peor los golpes y se rompen con mayor facilidad. Esto es la osteoporosis, una enfermedad del esqueleto que no se manifiesta hasta que la pérdida de hueso es tan importante que se rompe.

Las fracturas más comunes son las vertebrales, las de muñeca y las de cadera, siendo esta última la que se puede considerar más grave porque requiere una intervención quirúrgica e ingreso hospitalario, lo que hace que el paciente pierda calidad de vida.

“Como consecuencia de las fracturas existen una serie de complicaciones que pueden impactar de manera importante en la calidad de vida del paciente, derivadas del dolor y la discapacidad que produce, así como el empeoramiento de otras enfermedades que pudiera tener. Por eso es importante detectar qué pacientes presentan osteoporosis realizando una densitometría e instaurar un tratamiento que aumente la densidad mineral ósea a fin de reducir el riesgo de fractura”, explica el doctor Javier García Miguel, jefe de Servicio de Reumatología del Hospital Universitari Sagrat Cor de Barcelona.

La osteoporosis afecta fundamentalmente a los huesos de las mujeres, sobre todo después de la menopausia, aunque también puede afectar a hombres, adolescentes e incluso a niños.

Aproximadamente, una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres mayores de 50 años sufrirá a lo largo de su vida una fractura como consecuencia de la osteoporosis. De hecho, se estima que esta enfermedad provoca unas 25.000 fracturas al año.

¿Cómo prevenir la osteoporosis de los huesos?

Entre los 30 y los 35 años, una persona alcanza, en condiciones normales, la máxima cantidad de masa ósea. A partir de esa edad, se va perdiendo de manera natural, poco a poco.

Para ayudar a mejorar la calidad del hueso se pueden seguir una serie de hábitos de vida saludable, como hacer ejercicio físico a diario, tomar alimentos ricos en calcio, sobre todo leche y sus derivados, dejar el tabaco y el consumo excesivo de alcohol y no olvidar la vitamina D, sustancia fundamental para los huesos, que se consigue fundamentalmente a través de los rayos del sol.

Además, la probabilidad de desarrollar osteoporosis depende en gran medida de la cantidad de masa ósea que se ha tenido en la juventud. Cuanto mayor sea esa masa ósea, más tejido óseo se tendrá de reserva y menor será la posibilidad de tener osteoporosis en los huesos.

Sin embargo, algunos factores pueden aumentar la probabilidad de desarrollar la enfermedad. Entre los más relevantes están los antecedentes familiares con fractura de cadera, delgadez extrema, un tratamiento prolongado con cortisona, menopausia precoz, caídas frecuentes o malnutrición y trastorno de la conducta alimentaria.

Y, por supuesto, la edad, ya que a medida que se cumplen años se va perdiendo masa ósea, así como el género, pues las mujeres son más propensas que los hombres a sufrir osteoporosis.

Normalmente, la pérdida de masa ósea no presenta síntomas, pero es importante acudir al especialista cuando se siente dolor de espalda, pérdida de estatura, postura encorvada o un hueso que se rompe con más facilidad de la esperada.

Para un diagnóstico adecuado, la prueba que se realiza es una densitometría ósea, una técnica fácil, rápida, barata e inocua que mide la densidad mineral del hueso y permite estimar el grado de pérdida de masa ósea.

“Constituye la principal herramienta diagnóstica que permite determinar el riesgo de sufrir una fractura. La densitometría permite detectar la osteoporosis en su etapa más precoz y, de esta manera, poder instaurar un tratamiento preventivo. Es una prueba sencilla e indolora que no requiere ninguna preparación especial y tiene una duración de unos 10-15 minutos”, puntualiza el doctor García.

Es importante insistir en las medidas que se deben llevar a cabo para evitar, en la medida de lo posible, el desarrollo de la enfermedad:

Evitar el sedentarismo.

Hacer una actividad física adecuada, según la edad y la forma física de cada uno.

En personas mayores, hacer ejercicio de manera regular y adaptada a su edad, que, aunque no beneficie a la masa ósea, puede ayudar a disminuir las caídas.

Llevar una dieta rica en alimentos con calcio y proteínas y evitar el exceso de sal.

Moderar la exposición al sol.

Es necesario que las personas mayores extremen las medidas para reducir la posibilidad de caídas, con el uso de bastones o andadores para caminar si fuese necesario, y adaptar la casa para esquivar esas temidas caídas a ciertas edades.

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