El otoño en el Hemisferio Norte es la estación del año en que las empresas tecnológicas lanzan nuevos smartphones y hace unos días se supo cómo será el nuevo iPhone, pronto llegarán los nuevos teléfonos de Google y el mes pasado Samsung presentó sus dispositivos plegables.

En el medio, una gran cantidad de marcas, desde Oppo hasta Huawei, desde Motorola hasta Xiaomi, producen modelos en serie.

Pero, cómo sería un teléfono inteligente si pudiera durar 10 años?.

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La pregunta, en tiempos de crisis energética y de componentes, pero también de conciencia ambiental, la plantea el periódico The New York Times, que enfatiza el tema de la obsolescencia programada.

Hace apenas unos días, la UE presentó el borrador de una nueva directiva destinada a aumentar el ciclo de los teléfonos móviles. “Es realmente muy difícil que un teléfono móvil dure una década, como se sugiere en el artículo. Hoy en día, incluso las PC y las computadoras portátiles casi nunca duran 10 años, herramientas de trabajo diseñadas para ser ampliables mediante la sustitución de componentes y la actualización del software”, explica Giovanni Miragliotta, profesor de la Escuela de Administración del Politécnico de Milán y director senior de los Observatorios de Innovación Digital.

A partir de un análisis de datos preciso, tal vez sea posible aumentar la duración promedio actual en un 50%, pero teniendo el cuidado de no imponer obligaciones. sobre productores que no serían razonables para el mercado.

“Los smartphones son productos para un uso mucho más personal, una elección del consumidor, expresión de la propia visión sobre las tecnologías de la información, la innovación, en constante evolución”, sostiene el experto italiano.

El NYT entrevistó a Don Norman, exvicepresidente de tecnología de Apple y autor de docenas de libros sobre diseño.

El especialista explicó cómo los fabricantes de teléfonos inteligentes son culpables de tratar la tecnología de consumo como moda, introduciendo productos que podrían repararse o actualizarse cada año. “Los consumidores tienen mucho poder cuando se unen” a eso, agregó.

La reflexión sobre la sustitución de teléfonos se injerta en un mercado de smartphones que no es precisamente color de rosa. Entre abril y junio de 2022, según datos de Canalys Research, las ventas globales cayeron un 9% respecto al mismo periodo del año pasado.

Para los analistas, las razones de la desaceleración son la incertidumbre geopolítica, la crisis económica y la inflación que reduce el poder adquisitivo. Y está la voluntad de la Unión Europea de obligar a los fabricantes de smartphones a aumentar la vida útil de los dispositivos.

Bruselas presentó hace unos días el borrador de una directiva destinada a aumentar el ciclo de los teléfonos móviles. La Comisión Europea también tiene como objetivo reducir la contaminación ambiental creada por la producción de varios componentes de teléfonos inteligentes, especialmente las baterías.

En el pasado, Google había puesto en marcha el Proyecto Ara, para hacer un teléfono modular como Lego, con partes como procesadores, pantallas, baterías y cámaras que podrían reemplazarse. Pero se canceló en 2016.

Por el momento, el único teléfono más duradero se llama Fairphone, producido por una empresa emergente de Amsterdam, cuyos componentes se pueden reemplazar. “Creo que es necesario condenar los comportamientos de obsolescencia planificada evidente y empujar hacia estilos de consumo más sostenibles también a través de una mayor duración de los dispositivos”, señaló Miragliotta. “Pero es importante en el contexto regulatorio definir objetivos razonables”, completó.  

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