El 5 de noviembre anterior se instaló la Legislatura LXIV en el Congreso del Estado. En mayor grado que en otras ocasiones, durante los meses previos, los ciudadanos de los distintos distritos electorales hacían comentarios jocosos, de indignación o de sorpresa, cuando se hablaba de cada uno de los diputados que la integrarían.
Salvo contadas excepciones, el sentir general era la poca honorabilidad de ese heterogéneo grupo de legisladores, beneficiarios de la decadencia de los partidos políticos y de las oscuras negociaciones en las cúpulas del poder en Veracruz.
La opinión generalizada coincidía en que la actual, sería una de las legislaturas más débiles y desacreditadas en la historia parlamentaria del estado, debido al enorme desprestigio de muchos de sus integrantes.
A veces por signos de corrupción, otras por nepotismo, otras por escasas luces, unas más, por ser exponentes del chapulineo. Como nunca antes, constituyen una legislatura light, deslactosada y sumamente cuestionada. Quienes la integran:
Hay ex funcionarios duartistas, cómplices del gobernador prófugo; gente sin experiencia, sin escrúpulos; otros más, personajes pertenecientes a cacicazgos regionales o magisteriales.
La primera crítica fue en la conformación de la mesa directiva, donde la queja del legislador Amado Cruz fue por haber excluido al partido Morena.
También se observa la integración de un grupo independiente, formado por gente relacionada con Javier Duarte y sus corruptelas: Vicente Benítez, Juan Manuel del Castillo, Fernando Kury y el hijo del ex contralor duartista, el ahora diputado Rodrigo García Escalante, con aceitadas ligas en el norte del estado.
De los panistas, destacan dos: un diputado tachado de ignorante por sus paisanos, Sergio Hernández, experto en todos los temas de la agenda pública, quien empecinado en “apretar a la federación” para que otorgue un rescate financiero, amenaza al gobierno de la república con separar a Veracruz del pacto fiscal. El otro, Bingen, un imberbe diputado, hijo del secretario Rementería, sin perfil alguno, pero con evidente experiencia en hurgarse la nariz en cadena estatal, como se le vio reiteradamente por la televisora del gobierno, en el evento del gobernador el 12 de diciembre en el WTC de Boca del Río.
Otro más, un experto chapulín de la política, que ahora es diputado plurinominal del Verde Ecologista: Gerardo Buganza, ex del PAN, del PRI, y de quién sabe cuántos compromisos más, que seguramente puede informar aspectos interesantes de su gris pero sustanciosa contribución en el gobierno de Javier Duarte.
De los diputados priistas poco se sabe. Uno de los menos cuestionados, líder de origen totonaca, se le ve siempre de lejos con su acostumbrado sombrero. Emiliano López Cruz, es probable que ande en la siembra de su rancho, donde sí sabe producir.
De las diputadas, estar en la sesenta y cuatro sólo les recuerda el famoso juego de damas y su tablero con ese número de cuadros. Ayer mismo en el pleno, Mariana Dunyaska se permitió revivir al maestro Zúñiga, cuando habló del paseo actual del culpable del desastre de la llevada y traída UPAV.
También están dos de los orgullos del nepotismo, el magisterial y el chapismo huasteco. Los diputados Avilés y Callejas, que todos sabemos por qué y para qué llegaron a esa representación popular.
Por cierto, en estos días el diputado Sergio Hernández declaró desde el Congreso que “Aquí no habrá nada de maletines para tener votos”. Y le damos la razón, primero, porque no hay dinero, pero principalmente, porque Yunes Linares está acostumbrado a que se cumplan las instrucciones sólo con una llamada.
Pero debemos reconocer que su aseveración tiene parte de verdad. No habrá maletines. Aunque no hacen falta. En esa Legislatura ya hay exceso de maletas.