Cuando Julen Rementería consiguió la presidencia municipal de Veracruz en 2007, casi no recordaba los principios y valores que infructuosamente quisieron enseñarle los viejos luchadores del panismo tradicional del puerto. Apenas apoltronado en el sillón principal de la presidencia municipal, vislumbró su siguiente objetivo: Seguir escalando puestos hasta alcanzar la gubernatura del estado.

Para para ese fin le estorbaban lealtades, compañeros de partido y valores morales. Pero para infortunio suyo, el nombre que la vida le entregó, le dejó también la marca imborrable de un destino que llevaría por siempre. Nomen est omen—nombre es destino—afirmaban los antiguos. Cuando la gente escucha el nombre Julen Rementeria, de inmediato lo asocia con la falsedad y la mentira repetida. Y no ayuda que el tipo se comporte como aquel añejo y rubio español que con el simple porte atolondraba a los nativos y criollos.

De Julen se recuerda la simulación permanente. Por donde quiera que va, el hombre falsea y repite la mentira. Lo hizo en el PAN, en la alcaldía, en el Congreso, en el gobierno federal y en el gabinete de Yunes Linares. Ahora recorre el territorio en su campaña por la senaduría.

Es cierto que Julen sabe alzar la voz, pero siempre lo hace a conveniencia. Y sabe quedar callado cuando cuida intereses. Así funcionó en la diputación.

Cuando estuvo en la SCT, la prensa nacional lo exhibió en aquel famoso Caso Bugambilia, narrado por el periodista Carlos Loret de Mola, quien le acusó de oscuras maniobras en la adjudicación de contratos de obras con recursos federales, en coordinación con una hábil funcionaria de la presidencia de la república.

De esa época en la SCT, hubo otras denuncias periodísticas por licitaciones de obra amañadas, en contubernio con Rafael Acosta Croda y con el contador público Jesús Suverza Medina, su colaborador de siempre. En ese tiempo en la ciudad de Veracruz ya se hablaba del yate Por ti seré, que coronaba la buena fortuna del funcionario de las comunicaciones.

Durante la campaña con Yunes Linares a la gubernatura, borró trayectorias partidistas e impuso a rajatabla a su hijo Bingen, actual diputado local, que quisiera repetir.

En su paso por la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP) del gobierno yunista, se montó en obras casi terminadas, como el Túnel de Coatzacoalcos y el libramiento de Cardel. Modernizó el bulevar Xalapa-Coatepec, el que para su desgracia, está siendo criticado por el resbaloso pavimento que ha causado varios accidentes automovilísticos y víctimas mortales en días lluviosos.

Aunque el candidato a senador cubrió el territorio con su imagen publicitaria, en muchos lugares no es bien recordado por nadie. En Xalapa, antes de despedir a cientos de trabajadores con varios años de servicio, en un torpe gesto de burla e insensibilidad, les envió sendas felicitaciones navideñas en diciembre de 2016. Los viajeros de su mortal autopista a Coatepec, le han criticado la baja calidad de su obra cumbre. Los empresarios de la construcción lo acusan de haber beneficiado a su boyante grupo de contratistas, quienes además habrían aportado una cuota por entrar a los concursos amañados. Por otro lado, en ciudades y regiones del estado, es probable que los panistas desalojados por su grupo político le cobren todas las facturas pendientes.

Es difícil que Julen Rementería consiga la votación que lo convierta en senador de la república. Y deberá abandonar sus sueños de gobernador. La marea morenista pretende arrasar con esa posición a través del bien posicionado empresario Ricardo Ahued Bardahuil. Y lo peor le está por venir: Julen tendrá que defenderse sin fuero de los constantes señalamientos por pésima gestión en su etapa en la SIOP.

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