El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) halla un yugo de piedra gris que durante siglos y sin estar asociado a arquitectura monumental u ofrenda alguna, permaneció bajo un terreno cercano al municipio de Tamiahua, en Veracruz.

Este descubrimiento, hecho gracias al producto de labores de salvamento arqueológico emprendidas por el INAH, representaría a una serpiente; tiene labradas dos cabezas humanas en sus remates y un rostro felino en su curva externa.

Vale la pena mencionar que en tiempos prehispánicos y dentro de muchas culturas mesoamericanas, quienes participaban en juegos de pelota usaban una vestimenta cuya base era un aditamento con forma de U, hecho de madera, cuero o algodón, el cual ceñían a sus caderas a fin de golpear la pelota con seguridad.

Los yugos, como se les denomina, eran a veces replicados en piedra y utilizados con fines rituales, aunque actualmente son piezas poco frecuentes incluso en contextos y sitios ceremoniales.

El arqueólogo Gabino López Arenas, coordinador del proyecto de salvamento en la obra del Gasoducto Sur de Texas-Tuxpan, precisó que se trata de un objeto tallado en granito y con dimensiones de 40.5 centímetros de largo, 37 centímetros de ancho y 10 centímetros de espesor.

“Presenta bajorrelieves con forma de grecas en sus caras externas y superior; una cabeza de serpiente y un cascabel en sus lados. Sus dos remates tienen labradas cabezas humanas que miran en sentido opuesto y su curvatura externa tiene un rostro con rasgos felinos”, dijo.

La pieza es de estilo totonaco y su antigüedad oscila entre los periodos Preclásico (350 a.C. a 200 d.C.) y Clásico (200 a 650 d. C.), con base en tiestos cerámicos recabados en el sitio denominado Estero Milpillas.

Aunque no se encontraron entierros ni construcciones asociadas, una teoría es que su colocación pudo deberse a su proximidad a la laguna de Tamiahua, de acuerdo con un comunicado.

“Allí hubo un asentamiento continuo del cual no queda arquitectura porque tal vez eran casas de materiales perecederos. Así, basados en fuentes documentales que asocian los yugos no sólo a juegos de pelota sino también a pedimentos o tributos a fuentes de agua, podríamos explicar su hallazgo.

“Dado que en el sitio hay muchas hondonadas que en temporada de lluvia se convierten en arroyos. Sin embargo, no tenemos elementos suficientes para determinar su función original”, puntualizó.

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