En su ensayo El mito de Sísifo, el escritor Albert Camus -a quien se le conoce como el filósofo del absurdo- nos proporciona una nueva lectura sobre la tragedia del famoso personaje de la mitología griega. En ese libro el autor argelino-francés propone que Sísifo es feliz, aunque deba retornar permanentemente a su punto de partida, después de casi colocar su enorme piedra en la cima sin poder lograrlo. La interpretación sugiere que el hecho de volver al sitio inicial con todo y roca, una y otra vez, acontece no sólo porque al héroe lo castiga su destino, sino quizá también por una secreta y poderosa razón que le brinda placer o le conforta.

El razonamiento puede ser aplicado a mucha gente. Las ciencias de la mente y el comportamiento han encontrado explicaciones parecidas en casos similares, mucho antes de la aparición de ese libro en la década de los cuarenta del siglo pasado.

Y los estudiosos pueden no estar equivocados en el planteamiento. Uno de los políticos veracruzanos que pudiera caer en ese tipo de consideraciones, es el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares. Su actuar es repetitivo, como reiterados son sus fracasos. Y nada lo detiene, el hombre continúa en sus inútiles -o inconscientemente reconfortantes- esfuerzos para seguir igual o como la tradición lo califica.

Anuncios

Yunes Linares es bueno para planear escenarios, pero no tanto para concretarlos. Ahí está el caso de los dineros recuperados de los duartistas: cifras ridículas. O el incremento de la deuda estatal: 80 mil, 100 mil millones de pesos. ¿Cuánto debe Veracruz? O el tema de la seguridad pública: su catastrófico talón de Aquiles. O los diversos asuntos que tienen que ver con el desarrollo social, que se continúa inclinando hacia el más ominoso subdesarrollo.

Y es que este último es el tema que más debió preocuparle para asegurarse un lugarcito, aunque sea, en la historia local. Pero no le interesó. Si se habla de los derechos sociales que contempla la Ley, qué nos podría decir Yunes sobre el empleo, o sobre la vivienda o su mejoramiento, o sobre el medio ambiente, o sobre los derechos a la no discriminación. Nada, porque nada ha realizado sobre estos derechos sociales en su atribulada y ya agónica gestión.

Si se aborda el tema de la salud. Mucho anuncio y poco logro. Anda por ahí circulando una noticia de la nómina de trabajadores que fue expuesta indebidamente. O recordamos las recurrentes acusaciones de la doctora Patricia Ponce sobre la falla en los suministros médicos. O seguimos investigando las razones por las que Erick Cisneros -el futuro colaborador de Cuitláhuac García-encontró clínicas de salud cerradas en los municipios del sur. O será que mejor debemos preguntar por dónde andarán Irán Suárez y sus decenas de colaboradores poblanos y tlaxcaltecas.

Si es el tema de la educación, preguntemos cómo quedó el caso de los cientos de fraudes a los trabajadores con los préstamos adjudicados a chaleco en las nóminas, y que ellos no reconocen. O las cantidades millonarias que se deben a la UV y al SAT. O la noticia de que, con el argumento de la educación inclusiva, cerraron las escuelas de educación especial y sus miles de alumnos con autismo y con otras necesidades de educación específica, han quedado a la deriva y en manos inexpertas. Acaso los atenderán ahora ingenieros, abogados o contadores que laboran como maestros y que carecen de conocimiento y sensibilidad para tratar este tipo de trastornos. ¿Es que los discapacitados son veracruzanos de segunda o de tercera? Este no es un asunto menor.

O qué decir de la secretaría del desarrollo social, convertida por necesidades electorales de los Yunes del estero, en un corriente bodegón de despensas del programa Veracruz comienza contigo. Serían cien mil o quinientas mil despensas de un programa paliativo y asistencial, las que entregaron en las pasadas elecciones. Porque por esas oficinas no hubo más que eso, y que justificó descaradamente al ejército de 200 o 300 coordinadores operativos en todo el territorio estatal.

Temas primordiales pero que ejemplifican el más tremendo subdesarrollo de la gestión gubernamental que ha vivido Veracruz con Yunes Linares. Y todo, gracias a un héroe a quien le gusta la ficción y la mitología, que quiso hacerla de justiciero vengador, y a quien las circunstancias nacionales amenazan con dejar, otra vez, a nivel de piso, y en el más absoluto descrédito.

Publicidad