- “El fotógrafo debe estar en constante actualización”
- “Los reporteros gráficos se juegan la vida”
- “No todo es malo en Veracruz. Tenemos que hablar de las cosas buenas”
Una fotografía es el recuerdo de la vida, es revivir el amor, el encuentro, la pasión, el registro de la historia en el mundo entero y la que nos regala la belleza de la naturaleza.
Si recordar es volver a vivir, en la fotografía las emociones se pueden volver a sentir y llegan a representar el encuentro con uno mismo. En muchas ocasiones solemos escuchar que “una fotografía vale más que mil palabras” porque descubrimos y conocemos cómo se desarrollaron ciertos hechos o actos en nuestro entorno.
Para el reconocido fotógrafo xalapeño, Héctor Montes de Oca Flores, no siempre una fotografía dice más de mil palabras, porque sólo capta un momento y no todos los momentos. Amante de la música, la pintura y el arte, reconoce con su mirada de águila, que México es amor, que Veracruz preocupa, y que los valores sociales son necesarios para apartarnos de las fotografías que vemos día con día, a través de los medios de la comunicación y las redes sociales.
El fotógrafo internacional, comenta que a los cuatro y medio años de edad, cogió por vez primera una cámara fotográfica Zeiss Ikom para hacer la foto con su abuelo, de la que dice en esta entrevista, fue su gran inspiración junto con su padre. Que la estampa no fotografiada, y que más lleva en su memoria, es el momento en que se despide de su madre, antes de partir hacia Roma, para continuar sus estudios profesiones que lo han llevado a ser fotógrafo de NatGeo, Bulgary, Volkswagen o el Tec de Monterrey, por mencionar algunas firmas internacionales.
Montes de Oca considera que el momento cumbre de su profesión, se presentó justo en un amanecer en El Gran Cañón, en Colorado, Estados Unidos, cuando encontró la estampa de los primeros rayos del sol que cubrían ese hermoso paisaje. Igualmente comparte que una de las grandes satisfacciones de su oficio, fue encontrarse con un espectacular de 40 metros de largo, con la foto que había hecho del enigmático parque natural norteamericano, justo en el punto donde confluyen cuatro de los estados que atraviesa esa maravilla natural.
En un encuentro cordial y abierto, uno de los valores de Veracruz compartió con Palabras Claras, historias, recuerdos y las experiencias que ha tenido por mas de 50 años en el mundo de las imágenes.
¿Qué me dices de tu primer contacto con la fotografía?
Mi primer contacto fue con mi abuelo, él era un gran aficionado a la fotografía. Pero creo que lo que detona en mí la fotografía, fue un obsequio que él me hizo, una cámara muy bonita que todavía conservo. Cuando me acompañaba, veía como hacía fotografías, y yo también quería hacerlas. A mi papá también le gustó mucho el video, la foto. Con esa predisposición, desde los ocho años de edad me volví el fotógrafo oficial de la familia. Donde iba, llevaba la cámara, me encargaba de los rollos, sacaba las fotografías, el video con ocho y súper ocho. Me sentía muy cómodo, veía que era importante para ellos, porque era yo quien registraba todos los eventos familiares.
¿Recuerdas el momento en que pensaste que debías dedicarte a la fotografía de paisaje?
Surge en un momento en que mi carrera ya estaba consolidada, tenía 23 años de edad. Había estudiado en Roma y trabajaba para Kodak. Cuando regreso a México, NatGeo y Kodak, deciden patrocinar el libro El Gran Cañón del Colorado. Desde luego, un evento de esta envergadura se vuelve de importancia internacional. La propuesta de Kodak fue que yo lo hiciera, considerando que contaba con una maestría en sistema de zonas, que es la máxima especialidad que podía tener un profesional en blanco y negro en ese tiempo. Con la negociación de Kodak y su apoyo, y después de competir con muchos expertos de todo el mundo, se me da el proyecto y comenzamos a hacer las fotografías del libro. Una mañana después de un viaje de 45 minutos en helicóptero, me dejan en una zona espectacular que me permite admirar la extraordinaria magnitud y fuerza de la naturaleza, la que te empequeñece como humano y te engrandece como ente interactivo con ella. En ese punto en plena inmensidad del paisaje, con mi tripié y una cámara de cinco por siete, un lente 300 F32 y una película Ektachrome exponiendo una velocidad de 1:45 segundos, tomo la fotografía del momento en que amanece el sol y entran los primeros rayos en el gran cañón. Ese instante maravilloso me hace pensar que no hay mejor cosa en el mundo y nada más importante para mí. El hecho de ver, entender y registrar esa imagen, me hace decidir que me quiero dedicar a esta profesión. Ese paisaje, ese registro, ese golpe emocional, me hacen sentir que no hay nada más maravilloso que defina mi existencia como humano. Todavía recuerdo la descarga eléctrica que entró en mi cerebro, el aire gélido, el olor de la montaña, el nerviosismo y la oportunidad que se me abría. Para mí no existe mayor placer que esto. Esa fotografía es la más importante, la de mayor satisfacción personal, la que me detona en la vida y es en la cual hago homenaje a Ansel Adams, el mejor fotógrafo paisajista para mí, nacido en Estados Unidos.
Al observar tus imágenes fotográficas, nos percatamos que cruzas el límite entre la técnica y el arte. ¿Cómo ves la asociación de tu fotografía con la pintura o la música? ¿Cómo conectas con el espectador?
Puede parecer extraño, pero cuando estoy en un punto de éxtasis, tomando, apreciando o haciendo una fotografía en el laboratorio, yo escucho sonidos musicales. Por eso cuando los traduzco y los trabajo en mi computadora, siempre me acompañan con música clásica o jazz. La toma, la modificación y la impresión, constituyen los tres grandes momentos en la fotografía para crear un trabajo profesional.
Una cosa que hay que tener en claro en la fotografía, es que la técnica hay que aprenderla pero olvidarla. Si tú aprendes la técnica y siempre estás peleando con ella, no vas a llegar al siguiente punto, que es el de comunicar. La fotografía per se, no es la importancia de registrar el momento, sino el dar un poco de ti, qué sentiste, qué pensaste, qué quieres transmitir. En el paisaje, es muy importante transmitir esa cuestión tan personal, y con la tecnología lo logro. Yo trabajo de dos maneras, la primera, desde el momento que tomas una fotografía, tú empiezas a manipular; uno decide el tipo de formato, el contraste. Ya en el laboratorio digital, también decide uno qué tan contrastado se requiere, qué saturación de colores, y ya en la impresión, en qué tipo de materiales vas a imprimir. Lo importante no es la tecnología, es el resultado. Ese es el eje que yo trabajo: lo que da resultado en una fotografía, en un catálogo, en una exposición o en un libro, es hacer sentir algo; es ahí donde me conecto con el espectador.
Sabemos que el talento es esencial, pero también se requiere de preparación y estudio constante. ¿Cuál es tu posición?
Por la velocidad de desarrollo de la tecnología digital, es muy importante la actualización en el entendimiento de los equipos técnicos, comprender los hardware y software y las modificaciones en los programas. La actualización es vital para estar en vanguardia. Hay que aprender a volar, a utilizar tus herramientas. Pero ello requiere dedicación, lectura y disciplina. Recomiendo ir a galerías, donde con la experiencia de los demás, aprendes los caminos que puedes recorrer más rápido. Pero de nada sirve si no hay nada que decir. Insisto, la fotografía es lo que implica la manipulación, para llegar a un resultado que haga sentir al espectador, lo que yo sentí al momento de hacer una fotografía.
Por otro lado, cuando cambió la fotografía analógica, para pasar a la digital, los fotógrafos tuvieron que reaprender la fotografía desde cero, porque era una tecnología muy diferente. El fotógrafo debe estar en constante actualización, para ser un verdadero profesional. El talento es importante, pero igualmente el estudio y actualización.
¿Puedes compartirnos algunas experiencias de tu vinculación con Kodak?
Considero que es una de las compañías que me marca, es ahí donde entiendo lo que nunca me explicaron en la escuela. El oficio de fotógrafo, hay que cuantificarlo y organizarlo, porque puede y debe ser un negocio para uno y para los demás. Ahí aprendo cómo se hacen las estadísticas, qué le gusta a la gente y cómo se presenta una campaña publicitaria. Comienzo como instructor y termino como director para Latinoamérica en el área de Blanco y Negro. Este recorrido se hace en 12 años que trabajo para ellos y me hace entender la otra parte, la comercialización, que no siempre tiene que ver con la cuestión artística. Esta visión completa y periférica, me hace entender que el disfrute es importante para el comercio. Déjame recordar que Kodak es el inventor de la cámara digital, y vivir esa etapa fue invaluable.
Háblanos de tu libro Paisaje Onírico, ¿de qué trata?
Es un libro que me generó mucho placer porque es el primer libro que dedico a mi estado que tanto quiero, que es Veracruz. Este proyecto se hizo pensando un poco en mi trabajo personal y en todo el paisaje que tenemos. Es un libro y una exposición que tiene 132 piezas en blanco y negro, en gran formato, impresas con los estándares del momento, en papel de algodón y una técnica llamada la piezografía blanco y negro (Pure Black) con tinta de carbón, que es como se imprime en las galerías de arte del mundo. Es un homenaje, una exposición con mucho éxito que muestra a Veracruz, que se ha vendido más de seis veces, que viaja a Europa durante cuatro años y recorre ocho países.
¿Por qué no titulas tus fotografías?
Si yo le pongo un título a la fotografía, estoy predisponiendo o condicionando a que la gente piense en lo que dice el título. No trato de inducir ninguna idea, prefiero que ellos piensen en libertad al ver la fotografía por el placer de verla y admirarla. Esto genera un estado de ánimo que puede ser de gusto, o también, porque no decirlo, de repulsión. En la fotografía es muy importante el contexto en el que se presente. Una misma imagen leída en diferentes fechas, puede significar muchas cosas diferentes. Yo trabajo en el eje de hacer sentir cosas, por eso, al no titular las fotografías, es como sé que puedo hacer sentir cosas, porque entiendo que las personas se basan en su experiencia, en su emotividad, en su conocimiento, en su entendimiento de lo que es el arte o la expresión pictórica o fotográfica.
¿Cómo se ha desarrollado la fotografía en México?
Las cosas están cambiando en el mundo, antes había una diferencia muy grande. Veía uno una fotografía de una provincia de México, de El Salvador o de Perú y se veía muy atrasada si se le comparaba con la tecnología de Estados Unidos. En la actualidad no es así. Sale un programa y lo puede ver un muchacho de Argentina, de Chile, de Rusia, o Estados Unidos, y prácticamente cuando se está lanzando, están comprándolo y usándolo. Creo que se está democratizando la fotografía y se entiende al mismo nivel, rico o pobre. Hoy un mexicano puede estar al nivel de un neoyorkino, ya que estamos actualizados, no hay barreras y con la globalización se puede tener todo en el momento justo. En el mundo se hacen 300 millones de fotografías al día, por lo que la fotografía se vuelve parte cotidiana en nuestro entorno. Hace 10 o 15 o 20 años no era así. Antes en una hora se podían ver 70 fotografías, ahora pueden verse miles de fotos en horas. Eso te genera un tipo de especialidad, de poder detener las fotografías con un clik, te gusta, no te gusta, punto, la que sigue. Otro de los cambios de la fotografía, es que hay que explicar menos la foto. Ahora la fotografía habla por sí sola, casi sin nada de texto. En la actualidad, los jóvenes se han visto más rápidos para descifrar los códigos de una fotografía.
¿Cuáles son tus consejos para tomar y conservar una buena foto?
Primero, conocer a la perfección tu cámara, leer el manual. La cámara siempre viene sobrada, con cosas que no necesitas, pero es bueno saber que las tienes. De una cámara, necesitas conocer si se usa manual o no, los tipos de compensación, programas, formatos, densidad, profundidad, tipos de captura de lentes, de sensor, si mete ruido, etc. Segundo, una fotografía no clasificada, no sirve para nada. Si la foto dice DSC_2072.tif, no te indica nada, tienes que establecer una categoría entendible con etiqueta legible. Entender también que lo que no sirve hay que botarlo. Si no etiquetas, después se vuelve un mundo de carpetas que no dicen nada. Tercero, aprender a guardar para que no se pierda la información porque se extravió el disco. Es importante seleccionarlas, clasificarlas y guardarlas en uno o varios discos, utilizando un protocolo profesional, porque si no se hace, no habrá nada en el futuro. Recordemos que ahora ya no hay negativos que podamos llevar a imprimir.
¿Qué es un laboratorio digital?
Es un programa especial de computadora, que sirve para manipular la fotografía y darle el matiz que quieras, hacer un registro, o para achicar o agrandar la fotografía. Actualmente hay ventajas que un profesional jamás soñó que podía tener en una sola película. Antes para hacer un trabajo, primero había que ver si iba a ser en blanco y negro o color. Si era a color, había 32 películas de las que se seleccionaba según el formato, si iba a ser de alta sensibilidad, si iba a ser saturada, etc. Por el contrario, si iba a ser en blanco y negro, había 26 películas, de la que seleccionabas la que se ajustara a tus requerimientos técnicos. En la fotografía actual, contamos con todo esto en un solo negativo que se llama formato RAW, que las cámaras tienen y que pocas personas saben para qué sirve.
Antes había ampliadoras, cubetas, tenías que planear casi con dos horas de anticipación, porque debías lavar para que no se manchara todo. Ahora, en el laboratorio digital que permite la computadora, con un solo negativo puedes hacer todas las modificaciones y cerrar con un solo click, y continuar ahí mismo en el momento que quieras.
El laboratorio digital es una tecnología que está al servicio de la cuestión expresiva, pero debemos recordar que lo importante es lo que comunicas y cómo lo comunicas.
¿Cuáles peligros hay en la profesión de fotógrafo?
Existen peligros de distinto tipo. Por ejemplo los reporteros gráficos que se juegan la vida haciendo fotografías de guerra, o en conflictos urbanos. Los que trabajan con cuestiones biológicas que se han contaminado, a veces con sustancias peligrosas. En la fotografía de paisaje de montaña, puedes correr peligro de caer desde un pretil o desbarrancarte en una hondonada, de extraviarte y de perder o romper el equipo. Por eso hay que hacer una planeación y llevar sólo lo necesario, considerando que se trabaja con equipo especializado de alto costo.
¿Qué pasa con los artistas de la fotografía en México?
Es un tema complejo. En el mundo de la fotografía, es difícil tener prestigio, porque cuando buscas un fotógrafo profesional, aparecen miles y miles, y uno se pregunta si efectivamente son profesionales, o si acaso no hay amateurs o semi profesionales.
Existe currícula abundante, que no siempre refieren estudios y especialización, aunque sí apariciones o likes en Facebook, por ejemplo. La forma de medir a un profesional de la fotografía, es conociendo su participación en revistas especializadas. En la fotografía artística, es diferente, porque el gusto cambia; lo que hoy es bueno, a los tres años puede no gustar. Hay que estar consciente de que los parámetros de lo que es arte son muy subjetivos.
En la fotografía hay que tener bases sólidas y actualizarte en lo académico y no académico, y entender qué se está haciendo. Antes había que ir a los museos. A esto ayudan hoy las visitas virtuales a exposiciones, en cualquier tema, ya sea fashion, ecológico, etc. Entender que la forma no es tan importante como el contenido, y que la mejor cámara no hace al mejor fotógrafo. Lo más importante no es el equipo, es exactamente donde termina la cámara, donde comienza tu perspectiva, tu ojo, y que, como dijo Henry Cartier-Bresson, “fotografiar es una manera de vivir. Es poner la mente, el ojo y el corazón sobre la misma línea de mira”.
Encuentro de amigos y fotógrafos, Saúl Ramírez y Héctor Montes de Oca
¿Cómo ves el presente y el futuro de la fotografía en México?
Muy complicado, porque estamos en un país donde lo profesional es relativo y nunca puedes cotizar como tal, pero las exigencias son como si se lo pidieran a un fotógrafo profesional de Nueva York. Te exigen mucho y te quieren pagar con pesos. Es un tema de muchos criterios, que debe analizarse con detenimiento.
Tú eres un veracruzano reconocido en todo el mundo. Tus aportaciones a la cultura estatal han sido ampliamente divulgadas. ¿Qué nos puedes decir a este respecto?
Todo mi trabajo se ha fundamentado en el placer de mi oficio. Lo que siempre ha estado muy presente, es el amor a mi tierra, a mi estado y a mi ciudad. Hablo y platico de las bellezas naturales que hay que conocer, de nuestra cultura, de las zonas arqueológicas, y de cuestiones semióticas. No todo es malo en Veracruz. Tenemos que hablar de las cosas buenas.
JAFV/Fotos Saúl Ramírez