A la decepción general que se ganó el régimen corrupto de Javier Duarte, se suma la decepción por la gris e incompetente gestión del hombre que iba a cambiar a Veracruz. En sólo dos años, Miguel Ángel Yunes Linares conjuntó una notable serie de errores que lo ponen en la lista de los malos gobiernos que ha tenido esta entidad federativa.

Muchos que lo celebraron en su campaña electoral pensaron que el hombre iba a aclarar las cosas, a castigar a los culpables del desorden y la rapiña, y a encontrar los fondos perdidos.

No consiguió el cambio prometido. Lo que logró fue de risa. Recuperó cifras mínimas e hizo ruido nacional con ello. Se consiguió socios políticos, los colocó en lugares estratégicos y los puso a bailar al ritmo de sus intereses y de la Sonora Dinamita (Pepe Mancha, Sergio Hernández y otros más, en el PAN, en el Ejecutivo, en el Legislativo y hasta en el Poder Judicial).

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Y Veracruz sigue en la lona. Los que llevan las cuentas de los desaparecidos han hablado hasta de 20 mil en la última década. En relación a las fosas de cadáveres, acaban de desvelar que en el sitio conocido como el Trece y Medio, en terrenos del nuevo puerto de Veracruz, hay fosas que esconden 500 cuerpos más.

Y los que llevan las cuentas de la deuda pública dicen que en estos dos años sólo se redujo en mil millones. El investigador Rafael Arias Hernández nos desliza que pueden ser 100 mil millones de pesos lo que en números redondos debe el Estado (a bancos, IPE, SAT, importes de laudos laborales y finiquitos pendientes a contratistas que se quedaron chiflando en la loma).

 Y en cuarenta días se va Yunes Linares y es casi seguro que nos quedaremos sin conocer las verdaderas cuentas de Veracruz. No hubo obras públicas que justifiquen sus dos años de gobierno opaco. Sabemos que su hijo perdió la gubernatura ante Cuitláhuac y que trata de relanzarlo en busca de ese objetivo en 2024. Esa será la historia que quede de los dos años del yunismo.

Y en seguida viene el cambio de gobierno federal y estatal este primero de diciembre. El próximo presidente nos habla de perdón, de república amorosa y de borrón y cuenta nueva. Y si el gobernador que sigue -Cuitláhuac García Jiménez- trata de imitar o apegarse a esa línea presidencial, corremos el peligro de que jamás se conozca el tamaño del desfalco al estado. De que empecemos, otra vez sobre un río revuelto, a querer construir sobre ruinas y cascajo, y sin llevar a la justicia real a todos aquellos que desfondaron las arcas públicas.

Es necesario investigar lo que sucedió con los recursos públicos. Conocer los números exactos. Es preciso alzar la voz para exigir que no haya borrón y cuenta nueva en Veracruz.

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