El presidente de EE.UU., Donald Trump, accedió en la cumbre del G20 celebrada en Buenos Aires a suspender durante 90 días su plan de subir al 25 % los aranceles estadounidenses a cientos de productos chinos, y abrió una ambiciosa e incierta negociación con China sobre su política económica.
A cambio, el mandatario chino, Xi Jinping, se comprometió a aumentar “sustancialmente” las compras de Pekín de “productos agrícolas, energéticos, industriales y de otro tipo” procedentes de Estados Unidos, informó la Casa Blanca en un comunicado.
El acuerdo resultó de la cena de dos horas y media que Trump y Xi mantuvieron en Buenos Aires al término de la cumbre de líderes del G20.
Tregua de 90 días
El acuerdo con China fue el colofón de la visita de dos días de Trump a la cumbre que reunió a los líderes mundiales, que marcó el primer viaje a Latinoamérica de su mandato y que culminó sin ninguna polémica como las que caracterizaron sus últimos encuentros multilaterales, entre ellos la cita del G7 en junio pasado.
“Creo que, en algún momento, acabaremos consiguiendo algo que será bueno para China y bueno para EE.UU.”, opinó Trump al iniciar su cena de trabajo con Xi en un lujoso hotel de Buenos Aires.
Casi seis horas más tarde, con Trump ya volando de vuelta a Washington, la Casa Blanca anunció un acuerdo con China destinado a contener la guerra comercial que EE.UU. inició en julio y que ha tenido en vilo desde entonces a los mercados internacionales.
El anuncio llegó poco después de que la cadena de televisión estatal china asegurara que ambas potencias se habían comprometido en la cena a no imponer nuevos aranceles a partir del 1 de enero.
“Los presidentes Trump y Xi han accedido a comenzar inmediatamente negociaciones sobre cambios estructurales” en la economía china, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, en un comunicado.
Las conversaciones tratarán, en concreto, “sobre la transferencia forzada de tecnologías, la protección de la propiedad intelectual, las barreras comerciales no aduaneras, las intrusiones cibernéticas y el robo cibernético, los servicios y la agricultura”, precisó.
Ambas potencias tratarán de completar esas negociaciones “en los próximos 90 días”, y, mientras dura el diálogo, Trump ha accedido a “dejar en el nivel del 10 % los aranceles a productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares a partir del 1 de enero de 2019, y no subirlos por ahora al 25 %”, como estaba previsto.
Ese era el gran objetivo de Xi en la reunión de hoy, dado que esos aranceles afectan a más de un tercio de las exportaciones chinas anuales a EE.UU., entre ellos productos como frutas y verduras, cereales, textiles, material de construcción, productos químicos, combustibles, tabaco y alcohol.
“Si cuando acabe ese periodo (de 90 días), las partes no han conseguido alcanzar un acuerdo, los aranceles del 10 % se subirán al 25 %”, advirtió Sanders.
A cambio, China se comprometió a aumentar “sustancialmente” sus compras de “productos agrícolas, energéticos, industriales y de otro tipo” procedentes de Estados Unidos, aseguró la portavoz.
“China ha accedido a comenzar inmediatamente a comprar productos agrícolas” a Estados Unidos para “reducir el desequilibrio comercial” bilateral, garantizó.
El ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, aseguró por su parte que ambas partes pactaron no aplicar aranceles adicionales a partir del 1 de enero.
Wang, citado por la agencia estatal de noticias Xinhua, aseguró que el acuerdo marca la dirección de las relaciones chino-estadounidenses para el futuro, que estarán basadas en la “cooperación” y la “estabilidad”.
En total, Washington ha impuesto aranceles a productos chinos por valor de 250.000 millones de dólares desde julio, y Trump había amenazado con sancionar bienes por otros 267.000 millones de dólares, lo que superaría con creces el volumen de importaciones de China a EE.UU., que en 2017 se situó en 506.000 millones.
China ha aplicado como represalia medidas recíprocas a más de 60.000 millones de dólares en importaciones estadounidenses, casi la mitad de los 130.000 millones que compró en 2017.
Trump percibe los déficits comerciales de EE.UU. con varios países como una amenaza a los intereses estadounidenses, pero en el caso de China, su Gobierno está preocupado además por las políticas económicas chinas, que a su juicio violan las reglas de la Organización Mundial del Conercio (OMC).
Está por ver si las negociaciones generarán cambios significativos en el sistema chino, cuyos fuertes subsidios a las compañías estatales y límites a la propiedad intelectual han llevado a Washington a acusar a Pekín de perjudicar a sus empresas.