Como hemos podido constatar en estos tiempos de la Cuarta Transformación de la República, el expresidente Lázaro Cárdenas del Río se convirtió en uno de los cinco símbolos del estandarte lopezobradorista. Uno de los pocos héroes nacionales que reconoce el primer mandatario nacional surgido de la izquierda mexicana. Los otros cuatro son Hidalgo, Morelos, Juárez y Madero.

Desde años antes y a través de su discurso político, Andrés Manuel López Obrador fue fijando en el imaginario colectivo el recuerdo de esos personajes históricos. 

En la última década, la reforma energética generada en los gobiernos previos, le dio oportunidad para hacer propia la lucha patriótica que encabezara el general Cárdenas para nacionalizar la riqueza petrolera en 1938. 

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Los claroscuros de dicha reforma peñanietista respecto al hidrocarburo local, le dieron innumerables páginas y horas de difusión mediática. Situación que paralelamente le brindaba acercamiento y simpatía de Cuauhtémoc Cárdenas, importantísimo líder del movimiento de izquierda.  

A todos sorprendió el presidente morenista cuando en diciembre pasado anunció una estrategia para acabar con el ilícito negocio del huachicol extraído de todos los ductos de PEMEX, como si se hubiese tratado del robo de agua simple en cualquier arroyuelo del territorio. 

Era un hecho criminal visto como una merma menor de supermercado, jamás atendida por los últimos presidentes, desde Zedillo hasta Peña Nieto, pasando por Fox y Calderón. Una tremenda omisión prianista que fue creciendo y haciendo millonarios a muchos, desde viles pillos de la noche, hasta poderosos delincuentes de cuello blanco pertenecientes a instituciones de gobierno como la propia paraestatal, algunos gobiernos estatales y otras instancias. A todos ellos, les costó mucho iniciar acciones para contrarrestar ese descarado robo. Y a todos los mexicanos nos costó demasiado ese inmenso latrocinio a la riqueza patria y al erario federal.

Lázaro Cárdenas recuperó el patrimonio petrolero de la nación hace más de 80 años. Las crónicas de aquella época cuentan que el pueblo entero se volcó a apoyar la acción patriótica de Tata Lázaro, entregando en Palacio Nacional lo que podían para ayudar a liquidar a las empresas extranjeras el importe de las expropiaciones decretadas por el Ejecutivo Federal.  

Ahora que López Obrador abanderó la primera lucha integral contra el huachicoleo, la población mayoritaria se ha expresado en favor de la medida y en contra de las voces que cuestionan tal decisión presidencial.

Quizá en el futuro logremos saber si el robo de los hidrocarburos extraídos de la red de ductos es por los sesenta y tantos mil millones de pesos que se comenta, o si se acerca a los 250 mil millones, como muchos imaginamos. Han sido 20 o 30 años de expolio del famoso huachicol y de enriquecimiento de varias centenas o miles de aprovechados mercaderes.  

Como debió resentir la población en aquellos años del siglo pasado por la medida de Cárdenas, la de ahora sufre estas semanas el desabasto de gasolinas que provoca tal operación recuperadora del patrimonio mexicano. 

Sin importarle descrédito u otras opiniones desfavorables, Andrés Manuel buscó emular el responsable gesto de uno de sus admirados prohombres de la política. El tabasqueño trata de constituirse en un hombre de estado a la altura de las necesidades y circunstancias actuales. Y las encuestas del día lo colocan en un alto sitio, superior al que consiguió cuando tomó posesión el primero de diciembre anterior.

Es posible que la próxima celebración petrolera del 18 de marzo sea diferente a las anteriores de este milenio. Lo principal es que disminuyan las pérdidas financieras de la nación.

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