José Antonio Flores Vargas.
El título recuerda a una combinación de detergentes utilizados para acabar con la suciedad doméstica, borrar las manchas y dejar todo rechinando de limpio. La idea viene a colación justamente en una semana en que la honorabilidad de la administración pública veracruzana se ha puesto en el ojo del huracán informativo.
La diferencia con las otras veces, en que nos han zarandeado la honestidad de los servidores públicos locales, es que ahora estamos en plena campaña por la gubernatura, y se observan más repetidores dispuestos a obtener un beneficio por la noticia. Beneficios que pueden ser en el sentir de la gente, en su decisión para votar, y también de carácter económico para más de un interesado en el tema.
Dicen algunos sabios, y no pocos mañosos, que cuando no puedas explicar cabalmente las cosas, lo mejor es mantener la boca cerrada; hacer mutis. En contra de esa premisa, dos altos funcionarios fueron a poner su cara a una radio televisora, conscientes de que era poco lo que podía hacerse. Y la verdad es que llegaron derrotados y salieron con la cola entre las piernas, y en entredicho, la poca honra que les queda, si es que les queda.
Quizá por este tipo de situaciones fangosas, es que también en las últimas semanas se ha empezado a difundir que en Veracruz se apoya a Morena para que gane la elección. Se habla de tercios que parecen cuartos traseros. Se dice que en caso de ganar, Cuitláhuac García jamás hará nada contra el gobierno de Javier Duarte, porque Andrés López Obrador está recibiendo fuerte respaldo económico para descarrilar a los dos Yunes.
No es descabellada esta hipótesis. Hasta ahora Cuitláhuac no ha atacado intensamente a Duarte, como tampoco lo ha hecho López Obrador, si pensamos en toda la información que debe tener. Este último, incluso ha hecho comentarios que benefician al duartismo, por ejemplo lo que dijo sobre Salinas y sus modos de operar en estos tiempos.
Tampoco es desacertada, si se toma en cuenta otra costumbre lopezobradorista en torno a la corrupción: su postura de que la deshonestidad siempre está en la casa de enfrente.
Hace poco, un publicitado político de Tabasco, acusado de corrupción, se subió a la campaña morenista. Cuando los periodistas le preguntaron al peje que sucedía, este contestó quitado de la pena, que el aludido había dejado la condición de corrupto cuando entró a Morena, y que ahí había limpiado su imagen.
Si como dicen, Duarte logra hacer ganar a Cuitláhuac -y a López Obrador en plena campaña para el 2018-, habrá obtenido un salvoconducto para la historia y para la pureza eterna. Ese triunfo nos convencería de dos cosas: Que López Obrador es un verdadero maestro de la política y que en palacio eligieron el mejor detergente: el fabuloso maestro limpio.