El alcalde de Xalapa rebasó los 500 días presumiendo un cargo que le ha dejado más sinsabores que satisfacciones, entre estas últimas un buen sueldo. Es un académico con abundancia de ideas, que sabe cuándo transmitirlas, pero que ignora cómo se convierten en resultados de gobierno. 

Todavía se recuerdan sus palabras en 2017, ya como alcalde electo, cuando abusando de su estilo zorruno y complaciente, vociferaba auditorías que exhibirían penosamente a su antecesor Américo Zúñiga. A todos compartía sus grandes intenciones para convertir a Xalapa en el más bello y floreciente municipio de México.

La sociedad xalapeña no podía dudar de un hombre que había pasado media vida expresando y mostrando palabras a sus temporales alumnos en las aulas universitarias. Pero cuando llegaron los tiempos de tomar decisiones y de ejecutar acciones en pro de la población, el soñador catedrático descubrió que una cosa eran los libros y el salón de clases, y otra muy distinta las exigencias y realidades sociales de un municipio.

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Han pasado un poco más de 500 días de gestión, y lo único real, es la evidencia de que el alcalde y sus colaboradores cercanos no han logrado aprender de administración pública, ni parecer estar enterados de que el pueblo quiere saber en qué se gastan los presupuestos municipales, que por cierto están entre los tres más elevados del estado. La ineptitud es el sello y el hierro de Hipólito y de su equipo. Eso sí, todos gritan que son “muy honestos”.

En estos días de 2019, el alcalde debiera estar preocupado por saber lo que va a incluir como obras y acciones en el informe de este su segundo año de gobierno. Debe haber iniciado un buen paquete de obras públicas representativas, importantes -no cuadras de 150 metros lineales- y todas ellas ya con avances regulares por estar casi a mitad del año.

Debiera tener una estrategia coordinada en materia de seguridad pública, con avances que satisfagan a los habitantes, y que les permita sentirse más seguros. Debiera contar con una estrategia para apoyar al sector productivo, a los empresarios y comerciantes, y que no avance el cierre de negocios y la caída del empleo. Debiera recordar su oferta del florecimiento de la ciudad, mostrando ya pruebas tangibles en eventos culturales serios, de fomento efectivo al deporte de los jóvenes (incluso el béisbol que desea AMLO), mostrando evidencia plena de una ciudad limpia, ordenada, jardinada e iluminada.

Esos serían resultados a aplaudir. Y esos definitivamente seguirán en la hipotética planeación de Hipólito, porque los intentos del alcalde, parecen más los torpes esfuerzos de un grupo de moscas atolondradas y enredadas en una enorme telaraña. 

Así se ha visto el alcalde en muchos de sus escarceos edilicios (e idílicos). Letras con acento morenista para “impulsar” el turismo, desdeñadas por la ciudadanía; patronatos de obras defraudados por cómplices de corruptos empleados; pavimentos deficientes o inexistentes; pleitos y malos manejos de la basura municipal; cerros de periodiquitos de Florece Xalapa, esperando ser abiertos por gentes que no tienen interés en leerlos. Y así por el estilo, existen varios lamentables ejemplos.

Hipólito acaba de desflorar a su manzano predilecto, pero continúan por ahí otras manzanas podridas de su equipo. Dentro de sus constantes pifias y despropósitos, acaba de brindar un salvoconducto a su jefe de prensa, destituido hace poco. En su deslumbrante autocomplacencia, Rodríguez Herrero, a voz en cuello y en redes sociales, comunicó que el flamante maestro Manzano, ha sido tan eficiente, que se ganó un movimiento lateral para seguir cobrando allí sin hacer nada y sin rendir cuentas de sus muchos cuentos publicitarios vía Facebook.

Por desgracia tendremos que seguir con el hipotético florecimiento de Xalapa. Los impuestos municipales lo garantizan. Los suculentos sueldos están asegurados y a Cuitláhuac García le da igual el asunto de la ineptitud. Para Hipólito, lo único importante en Xalapa es que da para cobrar puntualmente los emolumentos y prerrogativas por acudir a calentar la silla en el palacio municipal.

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