Es obvio que Antonio Machado era único. Aun así, ciertos días, se parecía bastante a los demás. Aquel viernes 11 de enero de 1929, por ejemplo, debía de sentir una frustración muy común. Todavía descansaba en Madrid, pero la vuelta a la cotidianeidad ya le amargaba la existencia. “Comienzo la carta que echaré, ay, en Segovia el Domingo. Porque mis vacaciones acaban sin remedio”, se lamentaba. Como cualquiera, incluso hoy en día. Pero, a partir de este año, los lectores pueden compartir mucho más que los sentimientos del poeta: tienen como regalo su obra completa.

El autor de Campos de Castilla y Soledades falleció en Colliure, en Francia, en 1939. Así que, 80 años después, sus escritos ya están libres de derechos de autor, como establece la ley. A la vez, la Biblioteca Nacional (BNE) ofrece desde hoy, online, prácticamente toda su producción. Manuscritos, portadas, primeras ediciones y decenas de documentos para leer y descargar. En esa marea, también navegan los cuatro folios que completan esa melancólica misiva de 1929, dirigida a Pilar de Valderrama. “Adiós reina y gloria mía, el corazón de tu poeta, inmenso para ti —y solo para ti— te acompaña”, escribe el autor a su amada.

La BNE, en realidad, ha publicado una lista con otros 180 autores que pasan al dominio público. “Hay artistas de todas las Comunidades Autónomas, desconocidos u olvidados, que merece la pena recuperar”, subraya Ana Santos, directora de la institución, que desde hace cuatro años recopila en enero los creadores libres de derechos. Aunque ella misma es consciente de que un coloso como Machado haría sombra incluso a otros gigantes de la literatura. “Rara es la casa española donde no haya una obra suya”, lo resume Manuel Álvarez Machado, sobrino nieto del poeta, presidente de honor de su fundación y uno de los herederos de su legado.

Ahora, además de adquirirlos, cualquiera podrá publicar o disponer de sus textos como desee. Solo hay dos límites: el derecho moral y la autoría. Puede que la liberación despierte un renovado interés editorial, aunque tanto Cegal (la confederación de los libreros) como la Federación de Gremios de Editores señalan que la llegada al dominio público no suele tener un impacto notable en ventas o publicaciones. En todo caso, Alberto Sánchez, presidente de Cegal, cree que no debe de haber librería en España que no ofrezca obra de Machado. La que él regenta, Taiga, en Toledo, ayer mismo tenía tres o cuatro ejemplares.

Al margen de una mayor difusión, Manuel Ñúñez Encabo, presidente de la Fundación Española Antonio Machado (FAM), expresa otra esperanza: “Lo que no existe y es necesario es una profundización en su obra. Representa un ejemplo de democracia y una lección cultural, poética, social y política. Hay algunas publicaciones sobre Machado de enorme superficialidad. Es quizás el poeta más citado por los políticos, pero también el más deformado”.

Tal vez sea el destino de cualquier genio. Muchos quieren apoderarse de él. El riesgo, ahora que se ofrece a todos, puede incluso aumentar. Pero Álvarez Machado espera que crezca, más bien, el trabajo de investigación sobre el autor. Lo cierto es que el catálogo ya es inmenso: una búsqueda en el índice ISBN (que registra los libros publicados) devuelve unos 200 títulos de Machado editados, además de otros 550 sobre él. Y el éxito de afluencia de la reciente exposición sobre él y su hermano en Sevilla y Madrid demuestra su vigencia.

Generación del 98

Se suele decir que el maestro de la Generación del 98 comparte con García Lorca el trono de poeta español más conocido. Su sobrino nieto ofrece un dato: “Hace cuatro décadas, en los quioscos, salió una colección de clásicos. La obra de Machado apareció en el número 16. Vendió 1,6 millones de ejemplares”. Y Núñez Encabo agrega que es el único español reconocido como “poeta universal y de la humanidad” por la Unesco.

Ambos parecen considerar la liberación de los derechos como una buena noticia. El sobrino nieto no se preocupa mucho de que la familia pierda una fuente de ingresos: a falta de hijos, Antonio Machado lo dejó todo a sus hermanos. Solo dos tuvieron herederos: sus derechos acabaron distribuidos entre esas seis niñas, sobrinas del poeta. Y, hoy en día, entre los hijos de estas, incluido Álvarez Machado. “Si se hubiera concentrado todo en una sola persona, habría podido vivir de ello. Y bien. Pero siempre ha estado muy repartido”, aclara.

Al fin y al cabo, precisamente ese es el espíritu que busca la ley: un equilibrio entre la protección del autor y su entorno y la mayor difusión posible de la cultura. De hecho, tras la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual en 1987, las obras en España pasan al dominio público 70 años después de la muerte de su creador, a partir del siguiente 1 de enero. Para los fallecidos antes de ese cambio normativo, como Machado, hay que esperar 80 años. Y una discrepancia: varios expertos sostienen que los derechos se liberan el día en que se cumplan ocho décadas; otros interpretan que se debe esperar al 1 de enero. Para Machado, no hay duda: ambas fechas han pasado. Ya es de todos.

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