Cuitláhuac García Jiménez insiste en el discurso de la honestidad para convencer a los opositores y críticos de su gobierno. Iniciando el mes quince de su administración los resultados y la confianza de la sociedad no le son propicios. Y ya se le acabó el tiempo en que podía culpar a los gobiernos anteriores. La gente no se traga ese argumento que denota falta de empaque, superficialidad y carencia de estrategia.
Malos resultados en seguridad pública, irresponsabilidad en el sector salud, insuficiencia de obras de infraestructura y programas reales en favor de la población vulnerable y en pobreza extrema. Y para rematar, un tremendo subejercicio en varias dependencias.
La realidad para Cuitláhuac es que su honestidad -aceptando que la posee- no le ayudará a sacar adelante a su gobierno. Es el mismo caso de López Obrador, quien, como único valor, esgrime su honestidad y como gobernante se apoya en el éxito temporal que representa la entrega multimillonaria de recursos del presupuesto en programas compensatorios o asistenciales. Algún día no lejano se sabrá cuál fue el costo para el país y para los mexicanos.
Respecto a Veracruz, la insistida honestidad de su gobernador no la están reflejando las acciones de varios de sus colaboradores. Acaso no es una forma de corrupción, sostener a cientos de pseudo funcionarios que no saben trabajar en la administración pública y que por ello no están dando resultados. El enorme subejercicio presupuestal, la falta de obras en las regiones y las demás carencias estatales que han crecido en estos meses, demuestran que muchos no están cumpliendo con sus tareas y faltos de ética y compromiso siguen cobrando sus emolumentos como si nada. Acaso la honestidad del gobernador le impide llamar a cuentas a los ineptos y pedirles que se vayan para traer a otros que puedan resultar mejores.
No es correcto sacar la bandera de la honestidad personal y cerrar los ojos ante la corrupción que representan las ineficiencias y los actos cuestionables -exceso de asignaciones directas de contratos- de colaboradores y cercanos.
Vayamos al ejemplo duartista con relación a la que fue su esposa, que siempre alegó honestidad y convenenciera lejanía. Fue implicada en las investigaciones posteriores. Santiago Nieto ha señalado que pretende dar seguimiento puntual a sus manejos financieros. Qué sabrá el jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera sobre ese tema. Otro honestón de siempre, y personaje de esa época corrupta, lo fue Carlos Aguirre, muchos años tesorero y subsecretario en la SEFIPLAN. En un momento de su vida, apareció como gente de dinero, a quien para sus fiestas le gustaba contratar afamados grupos musicales de alto precio nacional y llegó a presumir su asistencia a partidos de la liga española y otros gustos delicatessen y bon vivant. Ahora sufre una inhabilitación dictada hace algunos meses pero disfruta la convivencia amistosa con “guerrosos” personajes cercanos al ejecutivo estatal.
El gobernador García Jiménez tiene que salir de su área de confort, necesita estar mas atento a lo que ocurre en su entorno gubernamental con los mandos superiores e intermedios. Aquellos que están con él solo por haber hecho campaña, deben ser exigidos y alejados de la corrupción, porque lo que está en juego es Veracruz y se mueve con los recursos del erario, no con billetes de la cartera cuitlahuista.
Al Cuitláhuac de la historia prehispánica lo mató la viruela que trajeron los españoles. Que al Cuitláhuac veracruzano no lo mate la desidia, la autocomplacencia, los familiares de la nómina y todos aquellos a quienes les gusta echar el gato a retozar.
Gobernador, le queda poco tiempo para enderezar la nave.