Existen nuevas técnicas por parte de algunos gobiernos y empresas para acceder a la información de los usuarios y acallar datos publicados. Desde las administraciones se han aprobado leyes para prohibir lo que ellos llaman “noticias falsas” y se han propuesto barreras, argumentando que son por el bien de la sociedad.

Ello preocupa a instituciones que vigilan la libertad de prensa, como Reporteros sin Fronteras (RSF) o Freedom of the Press Foundation, dirigida por Edward Snowden.

“Los gobiernos intentan ingresar a nuestras vidas privadas so pretexto de la contingencia, pero no hay nada más permanente que las medidas temporales”, advierte Snowden sobre los sistemas y aplicaciones que han propuesto diversas naciones como Francia o Reino Unido para localizar los contagios de COVID-19.

Snowden, quien laboró como consultor de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) y en 2013 fue parte de la difusión de un plan de vigilancia masiva del país, charló este domingo 3 de mayo con la organización Reporteros sin Fronteras, con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa.

En esta plática abordó el cambio en las estrategias de las instituciones para acallar a los periodistas y reporteros que mantienen sus investigaciones y que han sido atacados por las autoridades, como es el caso de la detención de un periodista en Brasil por exponer la corrupción en el sistema judicial del país.

De igual manera, denunció a las autoridades de China, donde se ha expulsado a periodistas de diarios como The New York Times, The Washington Post o The Wall Street Journal por los datos publicados respecto al crecimiento de la pandemia de COVID-19. Snowden advierte que en los tiempos de crisis se han reducido las críticas y las investigaciones a las autoridades, cuando deberían ser los tiempos de mayor profundidad.

Los mandatarios, como es el caso del presidente Donald Trump en Estados Unidos, claman en contra de las noticias falsas, a pesar de que él mismo ha sido la fuente de información errónea y que múltiples veces ha sido comprobado por la prensa local, la cual poco a poco ha sido limitada en las ruedas de prensa, afirma Snowden.

Este argumento se ha expandido y partidos como VOX, en España, han negado el acceso a las conferencias de periodistas que provienen de medios que han sido críticos con el partido. En el resto del mundo se ha negado información a los periodistas y su labor se complica.

En estos tiempos los gobiernos y las empresas controlan los datos que liberan y a las fuentes de los periodistas. Argumentan que sólo intentan liberar a la población de las noticias falsas, por lo que, aunque siempre ha sido complejo ser fuente, cada vez se convierte en una actividad más peligrosa, que puede poner en riesgo no sólo su trabajo, también puede amenazar su vida, lo que impone riesgos también a quienes investigan, remarca el antiguo colaborador de la NSA.

Por su parte, las empresas y las instituciones han empleado nuevas estrategias para evadir la atención de las personas señaladas por los medios y emplean redes sociales para continuar con los ataque directos a la prensa y desviar la atención a otro punto, que podría ser considerado menos relevante, para que la investigación pierda peso y se confunda en el mar de datos.

¿La tecnología al alcance de todos mantiene el valor del periodismo?

En la entrevista, Snowden es cuestionado por el nuevo acceso a las redes que tiene la población, el cual implica que en algunas ocasiones la información no se dé a conocer a través de los medios de forma exclusiva, sino que se pueda publicar desde las redes sociales.

Esto ha democratizado la información, advierte Snowden, pero la labor de los periodistas de verificar hechos, contrastar información, revisar diversas fuentes y dar un contenido o una serie de datos que permitan brindarle al lector un panorama completo es algo que las redes sociales aún no han logrado, por lo que el periodismo continúa vigente.

A pesar de que siempre habrá quejas sobre la labor de los periodistas y sus ángulos o historias, intentar desmantelar el periodismo podría implicar una violación a los derechos de las personas a la información, por lo que llama a que se continúe protegiendo al periodismo, quien se encuentra exiliado en Rusia ante las amenazas de los Estados Unidos por la información liberada en el pasado.

Para Snowden la población se ha vuelto más cínica, pues las personas creen que con tener acceso a los buscadores de internet tienen toda la información y se han olvidado que la labor de los medios es brindar ángulos distintos, preguntas que no se han hecho y aclarar la información que algunos pretenden mantener oculta.

Remarca que hay que tener cuidado ante las iniciativas de los gobiernos de rastrear a las personas, como es el caso de las aplicaciones para identificar los contagios de COVID-19, pues estas mismas permiten tener acceso a la ubicación, a los micrófonos, a la apertura de los sistemas Bluetooth de los usuarios, pero una vez pasada la pandemia podrían mantener este sistema para hacer perdurar la vigilancia.

Snowden advierte que en 2013 su denuncia fue parecida. En Estados Unidos se cometía un espionaje masivo a través de las llamadas y en la modernidad no dista mucho. Los gobiernos tendrían mayor acceso a la información de los usuarios, pues sus teléfonos también implican información más personal. Ello viola no sólo sus derechos individuales, sino también los colectivos.

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La labor del periodismo

Snowden, quien colaboró con los periodistas de The Guardian para filtrar los datos protegidos por las autoridades en su país, asegura que el gobierno ya tiene, por sí mismo, un monopolio de la información, pues con el simple hecho de sellarla como confidencial y restringirla a la población la mantiene fuera del alcance de cualquiera.

Por ello, los periodistas, al obtener información privada, deben evaluar qué datos benefician a la población, verificar y ubicar cuáles podrían dañar a las fuentes para prevenirlas, así como aquellos que podrían afectar a la sociedad o la de otras naciones.

Para Snowden los periodistas deben maximizar el bien común y minimizar el riesgo de la sociedad. Es la razón por la que constituyen el llamado “cuarto poder”. Su labor es contraria a la de la información liberada en las plataformas, la cual no pasa por los procesos analíticos, no calcula los riesgos y deja los datos al aire, lo que podría dañar a otras personas y a la propia dinámica social.

La empresas que controlan la información privada

Los gobiernos se han percatado de una nueva herramienta de información personal y de vigilancia, afirma Snowden con preocupación sobre lo que pueda ocurrir, pues aún no ha sido legislada. Son las redes sociales, en las que las personas vierten su información.

Éstas recolectan apuntes de navegación, gustos particulares, imágenes y audios, pero las personas no tienen control sobre estos datos una vez que los suben, pues las empresas los reclaman como propios.

A su vez, estas mismas empresas se han puesto como meta combatir las mismas “noticias falsas” a las que los gobiernos han decidido declarar la guerra, lo que las pone en una posición de poder, pues ellas tienen conocimiento del impacto que puede tener la información con la que cuentan y por lo tanto pueden cobrar o pedir intercambios por ellas.

Las redes no sólo pueden inducir nuestras tendencias, como se ha debatido en distintas ocasiones, sobre todo tras la posible influencia de Facebook ante el Brexit, sino que también pueden vender la información de los usuarios a los gobiernos y los usuarios pueden llegar a tribunales sin tener control de sus propios datos.

De igual manera, las redes pueden controlar cuáles eventos se pueden organizar, qué mensajes se pueden dar y cuáles pueden ser vetados, lo que podría violar los derechos de expresión de las personas.

A pesar de que esto podría ser fácilmente revertido con negar el acceso de las empresas a utilizar la información y que un jurado legisle a favor de los usuarios, este es y será uno de los debates del manejo de la información.

La libertad de expresión y los datos compartidos

Para finalizar, Snowden plantea el problema que significa para los ciudadanos no proteger a los medios. Los derechos sociales podrían ir en reversa y acabar poco a poco con las conquistas políticas.

A su vez, llama a que las personas colaboren y lleven información a periodistas que consideren confiables cuando detectan una falla en sus sistemas, una violación a los derechos o un ataque a las libertades.

Esto puede traer consecuencias nefastas para las personas y los mismos comunicadores, advierte, pero es el momento de hablar de lo que nadie habla para evitar que los problemas continúen y afecten a más personas.

“El poder no escucha, sólo responde ante la presión popular y no hay nada que pueda generar un consenso popular como el periodismo, el mundo necesita que se haga la diferencia” y se otorgue información verificada, contrastada y confiable.

“Vemos periodistas y personas valientes ante las crisis y la tragedia, tan terribles como son. Ellos hacen lo posible por cambiar las cosas, pero esto es algo que se hace con sacrificios. Aunque no hay que inmolarse, tampoco deben sentarse en el sofá a esperar que algo pase.”

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