Esta semana la Universidad Nacional Autónoma de México presentó una estrategia para preservar el sector cultural en tiempos de Covid-19. La propuesta fue acompañada de un estudio de opinión elaborado en coordinación con la empresa demoscópica Consulta Mitofsky.
Fue el escritor Jorge Volpi, en su carácter de coordinador de difusión cultural de la UNAM, el que llevó a cabo la presentación ante Alejandra Frausto, la actual secretaria de cultura.
Volpi dio a conocer el trabajo denominado “Para salir de Terapia Intensiva: Estrategias para el Sector Cultural hacia el Futuro”, el cual contiene las siguientes iniciativas: dar seguimiento a la modificación de la Ley General de Cultura y Derechos Culturales, apoyar a creadores y gestores culturales afectados en su economía por la pandemia y rescatar la industria cultural que se encuentra en circunstancias difíciles.
El afamado autor señaló que el documento “surge de la necesidad de tomar medidas urgentes para transitar a la nueva normalidad y tener un ecosistema cultual sano. Nuestro objetivo es contribuir desde la UNAM para generar la discusión en torno a las medidas de aquí en adelante. Es una propuesta para reinventar el sector cultural en el mundo y en México”.
La propuesta plantea la posibilidad de postergar el proyecto Espacio Cultural de Los Pinos y el gran proyecto del Bosque de Chapultepec, para destinar esos fondos a las necesidades apremiantes de subsistencia del sector y de creadores y artistas.
Debe tenerse en cuenta que las manifestaciones culturales y artísticas nacionales están detenidas y disminuidas con motivo de las complejas condiciones epidemiológicas y de salud. Pero además debe reconocerse que un porcentaje significativo de la población, se sostiene en las actividades de la economía cultural y artística.
También deben recordarse las reducciones presupuestales y la cancelación de fideicomisos asociados a los temas culturales (FONCA e INAH, por ejemplo). Muchos apoyos y subsidios han sido afectados o desaparecidos con sospechosos criterios de austeridad.
Horas después de la presentación de Jorge Volpi, voces allegadas al morenismo desestimaron la propuesta de la UNAM, pretextando absurdas deficiencias metodológicas.
Sin hacer eco al planteamiento universitario, el régimen obradorista continúa con sus proyectos estrella. No debe olvidarse que hace algunos meses, ya instalado su domicilio en Palacio Nacional, el presidente declaró que la ex Residencia Oficial de Los Pinos sería transformada en “el espacio cultural y artístico más grande del mundo” y que, junto a la Antigua Fábrica de Armas de la SEDENA, se integraría al proyecto del Complejo Cultural Bosque de Chapultepec que alcanzó las 800 hectáreas, y al que asignó un tope presupuestal cercano a los 10 mil millones de pesos, para concluirse en el año 2023.
Nadie ignora que las obras suntuarias cumplen objetivos múltiples. Pero los mexicanos y la comunidad de la UNAM saben que urge reanimar al sector cultural del país, dada su importancia social y económica para millones de familias. Por esas razones, diversos sectores han exigido suspender o posponer obras cuestionadas como el tren maya, la refinería de Dos Bocas, o como ahora, las mencionadas obras de Chapultepec, que no parecen prioritarias.
Pero López Obrador puede tener otros datos, otros intereses y principalmente sus soberbios macroproyectos que lo incorporarían en la historia grande de México.
El dictador Porfirio Díaz fue el constructor de la red ferroviaria nacional en operación; también fue el impulsor del Palacio de Bellas Artes, que pretendía emular a la gran Ópera de París. Díaz conoció de cerca a Benito Juárez. Andrés Manuel lo trae solamente en el discurso y noche a noche persigue su recuerdo en las viejas paredes de Palacio Nacional.
Mientras tanto, promotores culturales, creadores, artistas e intelectuales, reflexionan sobre la pertinencia de seguir apoyando al partido morenista, a la Cuarta Transformación y a su máximo representante.