En su más reciente libro, De la tierra al cielo. Cinco arquitectos mexicanos, Elena Poniatowska recrea mediante charlas, recuerdos y anécdotas la visión artística de un puñado de creadores que han logrado redefinir las formas y los espacios en nuestro país.

Ellos son “Luis Barragán, arquitecto de lo esencial; Teodoro González de León, poeta del concreto; Andrés Casillas, amante de la libertad; Diego Villaseñor, artista del mar; y Francisco Martín del Campo, dinámico y atrevido”.

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Editado por Seix Barral, el volumen fue presentado la noche de este miércoles en la 31 Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH), con una entrevista a la colaboradora de La Jornada y Premio Cervantes 2013, transmitida por el canal del encuentro libresco en Youtube.

La escritora y periodista aclaró que si bien todos esos arquitectos cuentan con obras impresionantes, no se debe a ellos la configuración ni la forma de la capital del país.

“No hicieron tantas casas. La ciudad se fue formando por los grandes monumentos de (Carlos) Obregón Santacilia, el primero que hizo esa arquitectura imponente, y después está la arquitectura de la pobreza; si uno va por los alrededores de la ciudad, qué tipo de arquitectura hay”, resaltó.

La charla estuvo enfocada en Luis Barragán, con quien la autora, contó, sostuvo una prolongada amistad desde que lo conoció, cuando ella tenía 12 o 13 años e iba con su mamá, María Dolores Amor, y su hermana, Kitzia, a montar al Club Hípico Francés.

“Y ahí estaba siempre él (…) Lo admiré muchísimo, por generoso; era alto, calvo, parecía seminarista; tenía un rostro, aunque él no lo hubiera querido, muy sensual. Fue un hombre elegante y encantador, así como muy buena persona y religioso. Los conventos que hizo en Tlalpan son de gran rigor y belleza, para inspirarse y mostrar que uno va a durar muy poco en la Tierra”, dijo.

Poniatowska habló de la importancia que tuvieron los jardines para aquel legendario arquitecto tapatío, así como de su trabajo en El Pedregal, en la Ciudad de México, donde, refirió, en un principio mucha gente no quería vivir porque eran restos de un volcán y se pensaba que eso podía traer mala suerte.

Destacó la gran influencia que aquel creador ha tenido para otros arquitectos mexicanos, como Teodoro González de León, Andrés Casillas, Diego Villaseñor y Francisco Martín del Campo: “Luis Barragán era como ir a rezarle a un santo o al Papa, porque tenía todas esas cualidades de creatividad e inteligencia, pero también se le rendía una especie de culto religioso”.

De Teodoro González de León, la autora comentó que fue un hombre muy prolífico al que quiso mucho y cuya arquitectura era muy severa, al no pintarse por fuera. A Diego Villaseñor y Andrés Casillas los reconoció por su cercanía con Luis Barragán y su afán por la perfección. Sobre Francisco Martín del Campo, señaló que pertenece a “una escuela muchísimo más moderna”.

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