Alguna vez López Obrador vino a decir que en Veracruz se había acabado la robadera. En ese tiempo había comenzado la escandalosa reprobadera social al gabinete estatal y la imagen de Cuitláhuac García ya estaba por los suelos a causa de su incompetencia. El gobernador no daba una en eso de la eficacia y la cercanía con la gente.
Y el problema no ha terminado, porque en lugar de corregirlo, el presidente cree que con apapachos a su pupilo y reiteración de su supuesta honestidad es más que suficiente para calmar los molestos ánimos jarochos.
La realidad es que los rumores de corrupción, el nepotismo y la ineficiencia del gobierno de Veracruz van en aumento. Los titulares de las dependencias dicen ejercer los presupuestos públicos, pero las evidencias de las inversiones, las obras y los resultados no son suficientes. Por eso el pueblo se pregunta dónde está quedando la bolita.
Esta semana la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) echó abajo la pretendida reforma electoral aprobada de manera tramposa por el congreso del estado en mayo pasado. Aspectos delicados fueron reformados en forma equivocada y oscura, como señalaron oportunamente los partidos políticos de oposición, los medios de comunicación y la propia sociedad que percibió las maromas legislativas que se llevaron a cabo bajo la dirección del refrescante diputado Juan Javier Gómez Cazarín.
Pero lo más grave de todo fue la traición cometida en perjuicio de López Obrador. En Veracruz retiran de la Constitución el tema de la consulta para aprobar o destituir al gobernador, mientras que el ejecutivo federal insiste en llevarla a cabo en su propio caso como presidente de la república. Por eso en la última visita de AMLO a Xalapa durante el mes de junio, cuando una reportera le preguntó en la zona militar de El Lencero sobre tal reforma, el presidente dio el micrófono y puso a temblar a Cuitláhuac, quien al estilo del cómico Bartolo Taras -interpretado por Enrique Guzmán en los años 70’s-, comenzó a balbucear y trastabillar, demostrando impericia y desconocimiento.
La desgobernanza de Eric Cisneros en el segundo puesto de mando y la insultante falla de los colaboradores no cesa en toda la estructura. A nivel nacional anda en estos momentos Guillermo Fernández, el titular de SEDESOL y su comparecencia, debido a su terca y distractora insistencia de que una despensa de mil pesos -que dio esa dependencia- es suficiente para que una persona coma un mes con todos los productos de la canasta básica, incluyendo el mínimo de proteínas.
Veracruz busca un gobernador, es el clamor general. La inconstitucionalidad decretada por la Suprema Corte a los intentos cuitlahuistas, indica que esa instancia ha hecho correctamente su trabajo judicial, obligando a que los partidos políticos reciban los recursos que marca la ley, y que ya algún inteligente había dispuesto para otra cosa. Deberán iniciarse cuanto antes los trabajos electorales y queda en pie la consulta sobre la continuidad o no de Cuitláhuac, que establece la Constitución local.
La mediocridad y el rencor provinciano de los cuitlahuistas evidencia que, en efecto, ellos son distintos, que no son un partido, sino un movimiento…un movimiento sin un gobierno en acción.
Quizá sea necesario que López Obrador corrija ahora que puede hacerlo, por encima de las mentiras de García Jiménez. Los ciudadanos podrían tomar decisiones extremas pero necesarias en 2022. Veracruz se está cayendo y no hay gobernador que dé resultados.