Por Juana Elizabeth Castro López

El Pentateuco es uno de los libros más antiguos. En su primer tomo, el Bereshit o Génesis, dice que todo lo que se ve, el Creador, por su Palabra, lo hizo de lo que no se veía. Por lo tanto, mirar como Dios mira, implica llamar a las cosas que no son, como si fueran, lo cual supone no guiarse por vista sino por fe, pues, los ojos que miran nubarrones esperan tormenta y la ven llegar.  

La fe, por el contrario, no se guía por la vista; aunque mire el cielo tormentoso, espera un sol radiante y lo ve salir; porque tiene la certeza de que recibirá la bendición esperada (Hebreos). La mente natural no cree esto. Se requiere un cambio de mente para vivir por encima de los sentidos naturales y alinearse con la buena, agradable y perfecta voluntad divina. Para esto, fe, obediencia y bendición se articulan, ya que, el que cree, obedece y el que obedece, recibe bendición. De tal manera que conviene vivir apoyado no en los sentidos sino en la Palabra, por fe. Esto es lo que abordaremos en los siguientes párrafos.

Fe y obediencia resultan en bendiciones. Simón el pescador y su gente trabajaban duro, sin lograr pescar nada. “Aquel día Jesús le dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar”.  Y, él le respondió: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado”. La respuesta de Simón se apoyó en lo que percibió con sus sentidos. Sin embargo, agregó: “…mas en tu palabra, echaré la red.”  Es decir: no me guiaré por mi vista, sino que te creeré y me dejaré guiar por tu Palabra. “Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía” (Lucas).  Simón creyó, obedeció y recibió la bendición esperada. 

El hombre es libre de obedecer o desobedecer a Dios. Este libre albedrío conlleva elegir o rechazar lo que bendice. Mientras obedecieron, la vida de Adán y Eva fue buena, agradable y perfecta, porque así es la voluntad de Dios. Cuando ellos eligieron desobedecer y vivir de acuerdo a su propia voluntad, la vida de ellos empezó a ser mala, desagradable e imperfecta, porque así es la voluntad del hombre.  Desde la perspectiva cristiana, si alguien vive así, es por no estar en línea con la voluntad de Dios y para conocer esta hay sólo un Camino: Jesucristo, el Logos o Palabra de Vida.

¿Cuánto cuesta obedecer? La obediencia no cuesta nada y trae bendición. Simón estuvo a punto de perder su bendición. Adán y Eva vivían bendecidos, no les costaba nada vivir en obediencia a la voluntad de Dios. En cambio, la desobediencia les costó todo, al grado de quedar totalmente desnudos. 

La fe apoyada en los cinco sentidos es fluctuante. Adán y Eva se guiaron por sus sentidos: oyeron la mentira de la serpiente y vieron el árbol bueno para comer y codiciable para alcanzar la sabiduría. Lo que sus sentidos les decían los llevó a desobedecer la Palabra, que les indicaba no comer de ese árbol.  Por tanto, quien se apoya en sus sentidos, aunque sepa que Dios existe, tiene fe inestable, porque se apoya en lo que ve y no en la Palabra.

Esta verdad se aprecia claramente en el relato neotestamentario sobre el hombre que vino a Jesús porque su hija estaba muy enferma, pero estando allí vinieron a decirle: “Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? Pero Jesús, luego que oyó… dijo al hombre: No temas, cree solamente”. Fue a la casa de aquel hombre, “…y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dijo… Niña, a ti te digo, levántate. Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años” (Marcos). Ese “solamente cree”, implica dejar de ver con los ojos naturales, para ver como Dios ve. No es realista decir al enfermo que está saludable, sin embargo, Jesús dijo benditos los que aún no han visto, pero creen. La fe es como la bisagra que une la obediencia con la bendición.

La renovación de la mente. “No temas, cree solamente”; con esta sencilla frase, Jesús propone algo revolucionario: invita a cambiar de mentalidad, para llamar a las cosas que no son como si fueran; dejar de mirar en lo natural y empezar a ver como Dios mira. La mente necesita ser transformada por el poder de la Palabra Viva que le dice: “No temas, cree solamente”. La mente natural no puede conocer la voluntad divina ni desarrollar una fe poderosa. Por esto, las Sagradas Escrituras dicen: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Romanos).

Luego entonces, para mirar como Dios mira, es necesario apoyarse en su Palabra. En ella y por ella la mente es transformada, para conocer la voluntad de Dios, obedecerla en fe y recibir bendición. Así es como actúan en concierto la fe y la obediencia para aterrizar la bendición sobrenatural, es decir, la que se encuentra más allá de lo natural. Si le crees, empezarás a mirar como Dios mira. Para el que cree, todo es posible.

Comentarios al correo juanaeli.castrol2@gmail.com

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