Andrés Manuel López Obrador llegó al poder con la promesa de hacer que la economía de México sea menos dependiente de su gigante vecino del norte.

Pero sus políticas antipandémicas están teniendo el efecto contrario. El presidente mexicano ha ejecutado uno de los presupuestos más austeros del mundo durante la crisis del covid-19, y se negó a pedir prestado dinero adicional cuando la economía se desplomaba.

En cambio, el estímulo que evitó una recesión aún más profunda, y que se prevé impulsará un repunte este año, proviene de Estados Unidos.

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México se ha beneficiado de dos maneras clave del gasto de EE.UU. para hacer frente a los efectos de la pandemia, que se espera supere los US$5 billones con el nuevo proyecto de ley de la Administración Biden.

Las remesas aumentaron a un récord, gracias al dinero que enviaron a casa los expatriados mexicanos que recibieron cheques de estímulo. Las exportaciones también alcanzaron un máximo histórico, porque los artículos que los estadounidenses querían comprar en la era de los confinamientos y el trabajo desde casa –como televisores o equipos informáticos nuevos– calzaban bien con la industria manufacturera mexicana.

El resultado es que el estímulo estadounidense agregó alrededor de 3,5 puntos porcentuales al producto interno bruto de México en 2020, siete veces más que las medidas fiscales adoptadas por el propio Gobierno del país, según cálculos de JPMorgan Chase & Co. Las cifras de este año pueden ser igualmente desiguales.

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