La sociedad mexicana ha podido comprobar que el ejercicio de la política se vuelve más corriente conforme pasa el tiempo. Parece que existe una tendencia a copiar lo más bajo y vulgar, como si se tratara de modas o de vestimentas desechables. El problema es que muchos de los que se sumergen en ese territorio no se dan cuenta del peligro y el descrédito, hasta que ya están metidos en el lodazal o en terrenos inestables, contaminados y pestilentes.
Estamos ante la elección intermedia más importante de la historia patria. Miles de cargos en el país están en juego, desde gubernaturas, alcaldías y diputaciones. En Veracruz se juegan más de mil puestos relevantes, considerando la suma de todas las posiciones edilicias de las 212 alcaldías, las 20 diputaciones federales y las 50 diputaciones estatales.
La lucha de los partidos políticos por alcanzar las victorias es encarnizada y sin miramientos, sobre todo donde hay intereses del gobierno federal y local, que quieren llevarse todas las medallas para Morena y para los partidos afines y comprometidos con AMLO, como lo están Fuerza por México, el PT y el PVEM.
En esos partidos y en todos los que conforman la oposición, principalmente en el PAN, PRI y PRD, hay candidatos de los tres tipos de naturaleza humana: buenos, regulares y malos.
El mayor problema de los candidatos son las verbalizaciones, las promesas, los pronunciamientos y los rollos demagógicos que se tiran a veces con absoluto descontrol y sin pudor, como si fuesen descaradas e inoportunas ventosidades del cuerpo. Y no solo los candidatos regulares o malos las sueltan, a veces también los más calificados, cuando la verborrea emocional los traiciona.
Dentro de esa gama de dichos que rallan en tonterías y ofertas imposibles de los candidatos, que no consideran la situación económica de la nación o lineamientos ambientales, en tan poco tiempo que llevan las campañas, hay casos que mueven a risa desternillante, pero que los hablantes sueltan con todo el desconocimiento e ingenuidad, como si fueran ofrecimientos u ocurrencias de esos funcionarios de gobiernos morenistas, que están allí con su 90% de lealtad y 10% de capacidad, como alguna vez exigió López Obrador para elegir a sus colaboradores.
Estos arrojados habladores veracruzanos que ahora son candidatos, están copiando esos estilos irresponsables, hilarantes y de poco futuro. Todos los candidatos que se consideren serios, deberían contenerse y revisar sus propuestas de campaña para que estas no parezcan sabrosos rollos a la veracruzana, de esos que se hicieron célebres en los clubes del choro en Alvarado, en el barrio de La Huaca en el puerto o en los pequeños pueblos de los hábiles y graciosos dicharacheros y señores de la balandronada.
Un reto pueblerino lo acaba de dar un diputado de Hueyapan que ya colocó a su padre Juan Gómez como candidato morenista a alcalde de ese municipio, que la semana anterior mostró su clásico choro mareador junto a una diputada Corro, que también quiere seguir enchufada al presupuesto vía reelección.
Gómez Cazarín blofeó a gusto y aseguró el triunfo 3 de 3 (alcaldía y las dos diputaciones) con un “Comiéndonos el Pan en Tierra Blanca”, mientras saboreaba un buen trozo de alimento. Cualquiera entiende que no hablaba de lo delicioso que encontró el bocadillo, sino que se refería al partido azul. Pero en ese distrito falta ver que dicen los militantes panistas y de sus partidos aliados.
En tan pocos días de campaña. el caso más notable de excesos verbales en Veracruz lo da la señora Cinthya Lobato, una candidata a alcaldesa de Xalapa, la que ahora promueve una jalada de a metro en la capital del estado, retomándola de aquel tren ligero al que Ricardo Ahued ya se sumó disciplinado y comedido, como obediente morenista candidato a alcalde. La ambiciosa Cinthya, quien además dirige con su pareja el partido Unidad Ciudadana, le vende a los xalapeños no ese tren ligero de idea cuitlahuista, sino más cosmopolita ella, ofrece lo que sería la fabulosa Línea 1 del Metro Elevado de Xalapa, incluyendo en su sueño a otros municipios aledaños.
Falta de respeto sacar el irrealizable metro xalapeño o hablar ahora de un Metro, cuando recientemente hubo una gran tragedia en ese medio de transporte en la Ciudad de México. Es una idea bastante simplista y elemental promover “los seis ejes rectores” para Xalapa, con la idea de que la población asociará el 6 de junio con todo lo Lobato y con esos seis ejes que saca de la chistera la emprendedora aspirante.
Un proyecto ideado en la estratósfera de la soberbia, sin viabilidad alguna en el corto plazo. Tanto como ponerse a vender tren por metro. Muchas ocurrencias y pocas realidades las de los candidatos oveja con piel de lobo.
Choros de candidatos a fin de cuentas y de cuentos chinos.