Una de las principales sorpresas de las elecciones en México fue la inesperada derrota del oficialismo en la Ciudad de México, ya que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, perdió la mayoría de las alcaldías y diputaciones que estaban en juego, lo que representa un duro golpe político para la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum.
A partir de ahora, la científica que fue la primera mujer electa en este cargo se convertirá, también, en la primera que estará obligada a gobernar durante la segunda y última parte de su mandato (que concluye en 2024) con alcaldías en su mayoría opositoras, situación que no tuvieron que enfrentan sus antecesores.
Desde que en 1997 la izquierda ganó con Cuauhtémoc Cárdenas la primera elección de jefe de Gobierno, la capital se fortaleció como un baluarte progresista, ya que de manera ininterrumpida tuvo mayoría en todos los puestos de elección. Se consideraba imbatible.
Actualmente, por ejemplo, Morena gobernaba en 11 de las 16 alcaldías de la Ciudad de México: Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Iztapalapa, Magdalena Contreras, Miguel Hidalgo, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco.
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Pero el domingo perdió cuatro de estos cargos estratégicos, lo que implica que la alianza opositora del Partido Acción Nacional (PAN), Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Partido de la Revolución Democrática (PRD) encabezará una mayoría de nueve alcaldías.
En el Congreso local el panorama tampoco es alentador, ya que de los 66 diputados que conforman este órgano, el oficialismo contaba con 34, es decir, la mitad más uno, pero su peso aumentaba hasta 40 curules gracias a sus aliados.
El domingo, en cambio, Morena perdió por lo menos 12 diputaciones por lo que, si bien todavía aspira a tener una mayoría simple después del reparto final de escaños que se definirán durante el fin de semana, el Gobierno se verá obligado a negociar con otras fuerzas políticas.
Teorías
En los 24 años que la izquierda ha gobernado la Ciudad de México de manera ininterrumpida, avanzó en el otorgamiento de derechos como la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, el matrimonio igualitario y la muerte asistida, entre otros.
Por ello, en cuanto se confirmó el inesperado avance opositor en la capital, comenzaron las especulaciones sobre un supuesto giro ideológico, así como motivos más específicos que terminaron convenciendo al electorado de elegir otra opción política.
Uno de los más importantes es la tragedia que se vivió el pasado 3 de mayo, apenas un mes antes de las elecciones, cuando se desplomó un tren del metro y provocó la muerte de 26 personas. El halo de corrupción que siempre cubrió la construcción de la Línea 12 revivió tanto como las críticas al Gobierno y a varios de los funcionarios responsables de esa obra que hoy siguen ocupando puestos de poder, principalmente el canciller Marcelo Ebrard.
La jefa de Gobierno resintió especialmente el impacto político del siniestro, ya que su popularidad mermó del 45 % al 35 %, uno de los niveles más bajos de sus casi tres años de gestión. El manejo de la crisis y la derrota en las elecciones debilitó también su posicionamiento como precandidata rumbo a las presidenciales de 2024.
Otro factor de peso ha sido la permanente confrontación del Gobierno nacional y local con los colectivos feministas, que tienen una fuerte presencia e influencia en la capital y cuyas movilizaciones suelen terminar con represiones contra las manifestantes y denuncias de violencia institucional. La alianza natural que se esperaba entre el movimiento de mujeres y un presidente y una jefa de Gobierno progresistas se convirtió en una persistente tensión.
La Ciudad de México es uno de los epicentros de la vida cultural y científica del país, dos sectores con los que el oficialismo también entró en pelea con constantes descalificaciones y recortes presupuestales.
A lo externo, además, se suman los pleitos internos en Morena. El caso más concreto es el de la delegación Cuauhtémoc, en donde Dolores Padierna, una política de larga trayectoria, sufrió una derrota abrumadora que nadie esperaba frente a Sandra Cuevas, quien, a pesar de que fue postulada por la alianza opositora, en realidad es una exmorenista que proviene del grupo de Ricardo Monreal, el líder del oficialismo en el Senado que, en este caso, prefirió jugar en contra de su propio partido porque había quedado inconforme con las candidaturas.
No es el único caso, pero los pases de factura en Morena recién comienzan.