Un equipo de arqueólogos descubrió cerca de la ciudad alemana de Eisleben, en el estado de Sajonia-Anhalt, los restos una iglesia medieval “excepcionalmente majestuosa” construida en la segunda mitad del siglo X por Otón I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y 70 antiguas tumbas que datan desde el siglo X hasta el XV.
Según informaron las autoridades, los restos del antiguo templo, fundado cerca del año 968, fueron hallados durante una serie de excavaciones realizadas en el Palacio Real de Helfta, una de las residencias de Otón I, apodado ‘el Grande’, rey de Alemania desde 936 y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico desde 962 hasta su muerte en 973.
Las investigaciones en el lugar, que comenzaron en mayo, han revelado los cimientos de una basílica de aproximadamente 30 metros de largo por 20 de ancho, compuesta por tres naves divididas en seis secciones principales. Entre las reliquias recuperadas del sitio se encuentran un crucifijo románico de bronce con esmalte, elaborado en el siglo XIII, y el gran fragmento de una campana de la iglesia.
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Además, en el interior de la iglesia y en su perímetro se hallaron 70 tumbas pertenecientes a diversos periodos que abarcan desde el siglo X hasta el XV. La calidad y cantidad de monedas, lujosos broches con incrustaciones, fragmentos de cerámica, trajes tradicionales, entro otros bienes, sugieren que fue el lugar elegido por la aristocracia de la región para sepultar a sus muertos.
A pesar de que el edificio fue demolido hace siglos, detallaron las autoridades, “las fosas de excavación y los restos de los cimientos, así como las reliquias del mobiliario, todavía permiten vislumbrar el esplendor del edificio”. “Se trata de una iglesia magnífica y excepcionalmente grande, lo que demuestra la importancia de este lugar en la época […] Otón construyó efectivamente una iglesia que se asemeja a una catedral en miniatura”, comentó Felix Biermann, director del sitio.
La ‘pequeña catedral’, consagrada a Santa Radegunda, princesa franca durante el siglo VI y fundadora de la Abadía de la Santa Cruz en Poitiers, en Francia, fue un importante lugar de culto durante más de 500 años, hasta que fue demolida tras la Reforma Protestante iniciada por Martin Lutero en 1517, que cambiaría para siempre las prácticas y actitudes religiosas en toda Europa.