Al visitar Veracruz debido a los daños graves ocasionados por “Grace” el presidente, Andrés Manuel López Obrador, garantizó que no hay límite presupuestal para ayudar a damnificados. Sin embargo, a una semana del paso del huracán hay pueblos afectados y olvidados por las autoridades en Veracruz y los lugareños claman la ayuda prometida.

Tal es el caso de Chiconquiaco, en donde una decena de familias estuvieron a punto de sufrir una tragedia después de que un arroyo que baja de la sierra se desbordó y fue a dar directamente hacia sus hogares. Las piedras y lodo se llevaron las pertenencias que habían logrado con toda una vida de trabajo en el campo, pero no hubo pérdidas humanas.

Sin ningún tipo de ayuda, a algunos afectados no les queda otro consuelo que pensar que fue un milagro salir vivos. Explican que sus casas se inundaron por la corriente, pero los altares que tienen para Dios y la Virgen de Guadalupe permanecieron intactos en las viviendas situadas en El Escalanar, municipio de Chiconquiaco.

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El fenómeno natural ocasionó deslaves y derrumbes en la zona que inhabilitaron los caminos de acceso hacia esta localidad, perjudicando directamente a 10 familias que quedaron damnificadas, con pérdidas de muebles, enseres domésticos y de sus documentos oficiales.

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Hoy los lugareños destacan: “gracias a Dios y a la Virgen no hubo muertos”.

Pero los afectados urgen la ayuda. Debido a la tempestad el pueblo de 650 habitantes no ha podido abastecerse de mercancías o víveres. Por su parte, las autoridades de alguno de los 3 órdenes de Gobierno no les han enviado despensas, ropa o cobijas, ni siquiera se ha elaborado un censo de los daños a los vecinos.

En las contadas tiendas de abarrotes se acabaron la leche y los huevos. Día a día los productos básicos escasean mientras una cuadrilla de 100 hombres intenta liberar con picos, palas y azadones el camino hacia Alto Lucero, el cual quedó completamente destrozado. Calculan que si trabajan todos los días desde la mañana hasta la tarde podrán habilitarlo por su cuenta en un mes y medio.

El otro camino de acceso a El Escalanar, que pasa por las localidades de Huérfano y El Naranjal, entre otros pueblos para llegar a la carretera Misantla-Xalapa y la cabecera municipal, también sufrió daños. Sin embargo, el Ayuntamiento ya envió maquinaria y los pobladores pudieron habilitarlo con faenas en unos días.

Todavía son contados los viajes en vehículos y camionetas hacia Chiconquiaco ante lo agreste del camino. Por eso los lugareños están prácticamente incomunicados, puesto que desde el pueblo subir las montañas de la sierra a pie llevaría varias horas entre caminos empedrados.

Los habitantes agradecen seguir con vida, aunque sus colchones están completamente mojados. Los han puesto al sol todos los días, incluyendo sus sillones y muebles de madera, pero no ha servido de nada. La mayoría de la ropa que no se llevó el agua está llena de lodo.

Han hecho lo posible por rescatar algo lavando sus prendas. El pueblo se unió para sacar el lodo y las piedras provenientes de un arroyo que se desbordó y los tomó por sorpresa durante la madrugada del sábado 21 de agosto.

Antonia Vázquez Landa, quien vive con sus padres, sus dos pequeños hijos y su esposo, relató que la inundación comenzó abruptamente durante la madrugada. La fuerza que llevaba el agua fue tal que luego de que entró por los patios traseros tuvieron que abrir puertas y en otras casas quitaron tablas de las paredes para que la corriente tuviera salida hacia la calle.

El aguacero era incesante y se encontraban sin electricidad, por eso trataron de salvar sus pertenencias usando las luces de sus celulares para alumbrarse. La mujer lamenta que se mojó todo lo que tenían dentro.

“Como a las 12 de la noche empezó a estar bien feo, como a las 3 se salió el río y se empezó a meter; abrimos y se salió el agua, pero ya estaba todo inundado”, relató la mujer de 36 años cargando a su bebé y visiblemente afligida.

Señaló que al momento no se les ha ofrecido apoyo alguno para la recuperación de sus bienes o para siquiera asegurar la subsistencia de su familia en estos días difíciles para todos.

“No nos han venido a dar apoyo ni nada. Ojalá puedan darnos una despensa, ropa, porque todo se enlodó, una poca la lavamos y colgamos, pero la mayoría se perdió”.

La mayoría de los afectados pertenecen a la misma familia y son vecinos, quienes no habían pasado por una situación similar, aunque años atrás se han registrado inundaciones en otras zonas del pueblo.

Antonia también tiene una colección de peluches colgados de una pared sin revocar. Los tabiques igualmente están adornados con cobijas clavadas como si fueran papel tapiz. No les queda de otra que dormir en sus colchones húmedos porque los lapsos de sol han sido pocos y las lluvias continúan, ocasionando desprendimientos de piedras y lodo en distintas zonas.

Gabina Portilla Hernández es otra pobladora que lo perdió todo. En su casa una imagen de la Virgen de Guadalupe se encuentra en la puerta de entrada. Adentro, su altar con la imagen de Jesús tampoco sufrió daños. Ella relató que el día del huracán gritaba por ayuda a las 3 de la mañana, mientras veía que se inundaba su casa.

“Se salió un río de allá arriba, como no tiene salida jaló para acá; no pudo salir para el otro lado y rompió para acá. Se metió el agua llegó con piedras y lodo. Yo gritaba, ahí en la cocina llegó una palizada había hasta monte, cachos de tierra, se me desbarató mi refri y lo perdí todo”.

Gabina agregó que ninguna autoridad en ningún nivel se ha acercado con ayuda y teme que hayan sido olvidados, mientras observa las bocinas de su estéreo acomodadas en una esquina del hogar llenas de tierra y llora por sus muebles inclinados para que se escurran y tengan salvación.

Cerca de su altar están colgadas decenas de fotos de sus seres queridos. Se les observa en la primera comunión, bautizos, tres años, fiestas, así como graduaciones de sus hijos.

Además de haber perdido muchos bienes, la mujer recuerda la impresión de haber visto la fuerza de la naturaleza, considerando un milagro que su familia siga con vida y no haya ocurrido una tragedia con pérdidas humanas.

Trabajan a marchas forzadas

A la fecha, a una semana del paso de “Grace”, un centenar de hombres de Chiconquiaco trabaja a marchas forzadas para liberar el camino. Explican que algunos campesinos perdieron cultivos, principalmente matas de café.

Ante la dificultad de llegar a El Escalanar las camionetas de redilas que se usan en el servicio de taxi irregular, conocidas como “Las piratas”, sí ofrecen el transporte rural únicamente 2 veces al día, cobrando viajes especiales en 500 pesos, por eso la urgencia de tener este camino.

La faena comienza desde la mañana hasta la tarde en la zona afectada por un deslave. Hay jóvenes, adultos y adultos mayores acarreando el lodo con lonas, arrojando pesadas rocas con las manos a un costado de la vía.

“Necesitamos ayuda del señor Gobernador; si es posible del presidente de la República, ya que no tenemos apoyo y estamos trabajando abriendo nuestro camino a pico y pala; es el camino de mejor acceso para salir al municipio de Alto Lucero, por este camino entra la mercancía que mantiene vivas a estas comunidades”, explicó Guillermo Portilla Alarcón a nombre de los trabajadores.

Sostuvo que recibir despensas y maquinaria es una prioridad, pues prácticamente no hay forma de surtir de mercancías a esta y otras localidades de Chiconquiaco, lo que podría agravar el desabasto y ocasionar problemas en la localidad.

“Aquí entra la mercancía que mantiene vivas a El Escalanar, a El Capulín y La Sombra y sólo estamos trabajando a pico y pala”, reiteró, lamentando que no es la primera vez que trabajan por su cuenta para liberar la vía de un deslave, aunque en esta ocasión los daños fueron mayores.

Ataviados con gorras, sombreros y botas aprovechan que están en la temporada conocida localmente como “guayaba”, cuando no tienen trabajo en el campo debido a que no hay cosechas de café u otros cultivos.

“Por eso es importante el camino, porque hay gente que sale a otras comunidades a buscar para comer; estamos respondiendo los que estamos aquí. Hay piedra grande y a veces no tenemos ni una riata para jalar la piedra, pero lo estamos haciendo.

De esta manera los habitantes de Chiconquiaco lamentan no haber podido “alcanzar” al presidente, Andrés Manuel López Obrador, durante su visita a Xalapa el pasado 25 de agosto, cuando el Ejecutivo aseguró que no habrá un “límite presupuestal” para apoyar a los afectados por los deslaves, deslizamientos e inundaciones registrados en Veracruz por el huracán “Grace”.

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