El regreso a clases trae nuevos cambios a nuestra rutina. Nos acostumbramos a permanecer en casa y en ella realizar la mayor parte de las actividades para salvaguardarnos de la pandemia por COVID-19. Ahora, ante el retorno paulatino a la presencialidad, ha llegado el momento de vivir otra realidad.
Primero, mantener los cuidados de bioseguridad que hemos implementado desde el inicio de la emergencia, no minimizarlos ni descuidarlos, aun cuando muchas personas estén vacunadas. Por ello, es importante continuar con el uso de cubrebocas, lavado constante de manos y mantener la sana distancia.
De acuerdo con la Dra. Ana Paola Sáenz, académica del Departamento de Psicología, tanto en padres y madres de familia, estudiantado, docentes y personal administrativo predomina la incertidumbre sobre la seguridad del lugar y los medios con los que se cuentan para cuidar a todas y todos, ante el regreso a actividades presenciales.
Sin embargo, explicó que esta sensación disminuirá cuando las personas reconozcan y nombren la emoción que les provoca el regreso. También ayuda hablar de los miedos, despejar dudas y ver qué alternativas hay para disminuir la incertidumbre. En ese sentido, recomendó abordar la situación en familia para contar con apoyo emocional.
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La académica enfatizó que en este momento, para cuidar la salud social y emocional, todo el tiempo tenemos que evaluarnos. Y esto implicará que, probablemente, al principio, nos sentiremos más lentos que antes de la pandemia, cuando teníamos una rutina en la que diariamente salíamos y nos trasladábamos.
“Todo será un poco más lento porque nos estamos enfrentando a la incertidumbre, a estar en un modelo híbrido, a la evaluación emocional constante, así como a dudas. Aunque parezca que no, esto nos hará ir más despacio”, dijo la especialista, quien también se desempeña como responsable del Programa de Tutorías del Departamento de Psicología.
En ese sentido, explicó que, en estos momentos de regreso a actividades presenciales, las personas se encuentran construyendo múltiples espacios que implican duplicar energías y pensamientos, con lo cual se incrementa la carga mental porque adicional a las actividades que todas y todos tenemos, ahora se tiene que pensar en las necesidades especiales que hay cuando debemos salir a trabajar o cuando se hace home office.
Lo mismo ocurre en el estudiantado que sólo algunos días toma clases presenciales y otros días se conecta desde casa. “Todo el tiempo estamos duplicando y eso es muy cansado”, dijo la psicóloga.
En ese sentido, es probable que el alumnado, docentes, padres y madres de familia, experimenten un cansancio físico adicional al que tenían y la razón es que la carga mental aumenta, ya que las personas están concentradas en lo que hacen en estos momentos de cambio.
“Estamos poniendo atención en situaciones que la seguridad que ofrece estar en casa no nos hacía pensar, como todos los cuidados que implica tomar al salir fuera de ella: el uso de cubrebocas, careta, gel antibacterial, lavado de manos, sana distancia, desinfectarnos a nuestro regreso a casa, y esto aumenta nuestra carga mental y el cansancio”, expresó.
Por esta razón, al considerar que estas situaciones son normales, apeló a tener suficiente tiempo para el descanso. Recomendó el ejercicio y tener actividades recreativas. “Una palabra clave en este sentido es evaluación, es decir, preguntarme qué necesito para estar más tranquila y descansada”, dijo.
Sentir ansiedad en estos momentos es normal, pero es importante estar atentos a síntomas que pueden ser más graves como afectaciones en el apetito, trastornos de sueño o irritabilidad que podrían indicar que algo más está pasando y es necesario atender.
“Debemos priorizar la salud mental sobre otros objetivos. Que sea algo presente cuando nos evaluamos en nuestra ejecución de tareas. Y apelar a nuestra empatía para nombrar lo que nos está pasando y saber que no es algo aislado”, explicó.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, la pandemia de COVID-19 ha provocado una crisis de salud mental a una escala nunca antes vista. Se trata de una tormenta perfecta en todos los países, pues la necesidad es cada vez mayor y los recursos cada vez menos para abordarlas. Por lo cual, consideró urgente que el apoyo a la salud mental se considere un componente fundamental de la respuesta a la pandemia.
Niñez agente de cambio
A pesar de que las niñas y niños se encuentran con limitaciones ante el regreso a clases, como ir sólo algunos días a la escuela, no ver a todas y todos sus compañeros, y llevar a cabo todos los protocolos de seguridad, están reaccionando como se esperaba: con todas las ganas de volver y haciendo suyo el espacio de la escuela, señaló la Dra. Cristina Curiel, académica del Departamento de Psicología de la IBERO.
La integrante de la Sociedad Psicoanalítica de México recomendó, para los infantes de todas las edades, platicar acerca de lo que cada escuela ha planteado sobre los cuidados para evitar una propagación del virus
“Es importante platicar con ellas y ellos acerca de las medidas de seguridad que ha establecido su institución educativa para que se sientan agentes de cambio, se apropien de esas medidas y entiendan, en la medida de su edad y capacidad cognitiva, la importancia de estos cuidados con los que van a evitar los contagios. De lo contrario, si se les maneja como un mandato, sin explicación o con miedo, no vamos a lograr que lo integren”, explicó la académica.
Compartió que en el estudiantado de preescolar hay mucha adherencia al cubrebocas, pues ya lo asumieron como parte de su vida y para ellos empieza a ser más normal que para nosotros. “Ellos son capaces de implementar estas medidas en su vida”.
En ese sentido, añadió que los cuentos para las y los más pequeños funcionan muy bien porque todavía tienen dificultad para expresar con palabras lo que sienten. Y estas herramientas nos ayudan a poner en palabras eso que están pensando y sintiendo, pero que no saben expresar. Esto les ayuda a elaborar sus emociones fácilmente.
Mientras que a las niñas y niños de primaria, se les puede platicar sobre lo que la escuela pide y se les puede pedir colaborar en la promoción de los cuidados “todos pueden ser parte de esa brigada en donde todos vigilan que las medidas se cumplan en beneficios de todos. Hacerlos más consientes les da una sensación de protección y tranquilidad que les permite enfrentar nuevas demandas en esta realidad”, dijo.
En cuanto a la parte emocional de los infantes, la psicóloga dijo que sería bueno que las escuelas tomaran en cuenta que las y los niños pueden presentar distintas conductas y tipos de angustias, pues algunos pueden estar más asustados según las situaciones que hayan vivido en casa durante el confinamiento.
“Este proceso tomará un tiempo. Su integración a este regreso no será de inmediato porque estuvieron más de año y medio sin ir a clases presenciales, adicional a que en ese año y medio vivieron distintas cosas y, en algunos caso, tuvieron pérdidas importantes”, expresó.
En ese sentido, la académica hizo un llamado a las personas adultas que están a cargo de niñas y niños para estar al pendiente porque habrá días en los que no quieran ir a la escuela y habrá que platicar con ellas y ellos sobre el motivo.
Respecto a las y los menores que se mantendrán con clases virtuales por decisión de sus tutores o tutoras, la experta dijo que a ellos lo que la vida les pide es ser más tolerantes, pues al ver que muchos de sus compañeros regresaron a las aulas podrían experimentar frustración.
En este caso, hizo un llamado a mamás y papás a compartir con sus hijos e hijas la decisión tomada y el marco de tiempo de la misma, planteando la posibilidad de un ajuste. Además, deberán estar al pendiente de las reacciones de los infantes, pues hay quienes están felices con la decisión, y otros no tanto.
“Es importante estar pendiente de ellas y ellos, saber como están los niños y las niñas, y separar nuestras emociones del infante. Pues a veces asumimos que, como nosotros estamos tranquilos de que estén en casa, ellos sienten lo mismo y nos cuesta trabajo conectar con que pueden querer otra cosa”, dijo.