La revista estadounidense Improbable Research anunció este jueves los premios anuales Ig Nobel, que se otorgan a individualidades o equipos que, según los organizadores, logran hacer “que la gente se ría y luego piense”.
En total, fueron entregados 10 galardones. En el campo de la biología, los organizadores dieron el premio a la investigadora sueca Susanne Shöltz. Ganó el concurso con cinco artículos dedicados al análisis del ronroneo, chirrido, parloteo, murmullo, maullido y otros sonidos que emiten los gatos en su comunicación con los humanos.
A ello se suma el premio de transporte, otorgado a científicos de Namibia, Sudáfrica, Tanzania, Zibabue, Brasil, Reino Unido y EE.UU., que estudiaron los efectos pulmonares y metabólicos de la transportación de rinocerontes boca abajo.
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Mientras que los experimentos con rinocerontes tenían como objetivo determinar el método menos dañino de tratar a los animales, un equipo de EE.UU. hizo lo contrario. Por su desarrollo de un nuevo método de control de cucarachas en submarinos, recibieron el Ig Nobel de entomología.
En la ecología, el premio se concedió a cuatro científicos de España e Irán. A diferencia de la mayoría, no vieron los chicles masticados como solo una basura en el suelo. Tras publicar un estudio sobre el tema, fueron destacados “por utilizar el análisis genético para identificar las diferentes especies de bacterias que residen en pegostes de chicles desechados en las aceras de varios países”.
Otro equipo internacional, de Alemania, Reino Unido, Nueva Zelanda, Grecia, Chipre y Austria, se preguntó si se puede deducir el contenido de una película por el olor que emana en un cine. Recibieron el Ig Nobel en química por “analizar el aire dentro de las salas de cine, para probar si los olores producidos por una audiencia indican de manera confiable los niveles de violencia, sexo, comportamiento antisocial, uso de drogas y malas palabras en la película que la audiencia está viendo”.
Sin embargo, para oler hay que asegurar una respiración libre. Científicos de Alemania, Turquía y el Reino Unido descubrieron que para descongestionar conductos respiratorios no se necesitan obligatoriamente medicinas. Recibieron el premio en medicina “por demostrar que los orgasmos sexuales pueden ser tan efectivos como los medicamentos descongestionantes para mejorar la respiración nasal”.
La sociedad y el humano fueron el centro de atención de ganadores en otros campos. Así, un equipo de Francia, Suiza, Australia, Austria, la República Checa y el Reino Unido estudió la contextura de políticos en los países postsoviéticos. Descubrieron que “la obesidad de los políticos puede ser un buen indicador de la corrupción en cada país”, por lo que recibieron el premio en economía.
Por su parte, tres científicos estadounidenses se preguntaron por las causas de la aparición de la barba en la evolución humana. Probaron la hipótesis de que se desarrolló para proteger la cara de eventuales golpes, obteniendo por eso el premio de la paz.
Finalmente, el enigma del movimiento de los peatones interesó a dos equipos a la vez. El primero, compuesto por investigadores de Países Bajos, Italia, Taiwán y EE.UU., realizó “experimentos para aprender por qué los peatones no chocan constantemente con otros peatones”. El segundo, de Japón, Suiza e Italia, hizo lo mismo “para aprender por qué los peatones a veces chocan con otros peatones”. Obtuvieron galardones en física y cinética, respectivamente.