Las empresas del expresidente estadounidense Donald Trump inflaron el valor de sus propiedades o “distorsionaron a su conveniencia” su valor ante financieras, inversores, aseguradoras y otros actores económicos y del sector inmobiliario, según un informe de la fiscal general de Nueva York, Letitia James, publicado en estas horas por la prensa local.

El informe, de 160 páginas y del que se hicieron eco los diarios The New York Times y The Washington Post, entre otros, asegura haber hallado una cantidad notable de supuestas discrepancias entre la situación real de las propiedades del ex presidente y lo declarado a entidades financieras, aseguradoras y al mismo Servicio de Rentas Internas (IRS, encargado de la recaudación de impuestos), para conseguir ventajas y millones de dólares en ahorros fiscales.

Con este informe, James pretende apoyar su petición para que tanto Donald Trump como sus hijos tengan que testificar en el caso que tienen abierto en los tribunales de Nueva York, y en el que son objeto de una intensa investigación por la posibilidad de que la Organización Trump, que aglutina a las empresas del expresidente, haya cometido fraude en sus actividades entre 2004 y 2020.

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La respuesta del expresidente

Donald Trump, por su lado, trata de evitar que la Fiscalía lo interrogué a él o a sus hijos por la contabilidad de sus empresas, y ha acusado a James de estar llevando a cabo una “caza de brujas” impulsada por motivaciones partidistas, ya que la fiscal demócrata se postula para la reelección este mismo año.

Según palabras de James, recogidas por The New York Times, las declaraciones erróneas del ex presidente republicano inflando el valor de sus propiedades formarían parte de un patrón para sugerir que su patrimonio neto era mucho más alto de lo que hubiera parecido.

Pese a todos los informes y documentos incriminatorios presentados, la fiscal general insiste en la necesidad de hacer declarar tanto al ex presidente como a sus hijos Ivanka y Donald Junior, para aclarar quién es el responsable de estos errores y omisiones, y si se cometieron de forma intencionada, con el fin de determinar si esto fue constitutivo de un delito por fraude.

El triste 2021 de Donald Trump

Este año, por primera vez en el siglo, el expresidente quedó afuera del club de millonarios más exclusivo de Estados Unidos: el Forbes 400.

Donald Trump tiene un patrimonio estimado de US$ 2.500 millones, dejándolo US$ 400 millones por debajo del límite para formar parte de la lista Forbes 400 de las personas más ricas de Estados Unidos de este año. El magnate inmobiliario es tan rico como lo era hace un año, cuando ocupaba el puesto 339 en el ranking, pero bajó 600 millones de dólares desde el inicio de la pandemia. Las propiedades de las grandes ciudades, que constituyen la mayor parte de la fortuna de Trump, han languidecido y sacaron al expresidente del club más exclusivo del país.

Si Trump está buscando a alguien a quien culpar, puede empezar por él mismo. Hace cinco años, tuvo una oportunidad de oro para diversificar su fortuna. Recién salidos de las elecciones de 2016, los funcionarios federales de ética estaban presionando a Trump para que desinvirtiera sus activos inmobiliarios. Eso le habría permitido reinvertir las ganancias en fondos indexados de base amplia y asumir el cargo sin conflictos de intereses.

Otros en el poder ejecutivo no tienen más remedio que escuchar a los funcionarios de ética. Las personas que poseen activos que podrían entrar en conflicto con sus trabajos diarios en el gobierno corren el riesgo de violar la ley de conflictos de intereses penales. El presidente, sin embargo, está exento de ese estatuto, como señaló con orgullo Trump durante una conferencia de prensa nueve días antes de ingresar a la Casa Blanca.

“De hecho, podría dirigir mi negocio y dirigir el gobierno al mismo tiempo”, dijo a una multitud de periodistas reunidos en Trump Tower. “No me gusta cómo se ve, pero podría hacerlo si quisiera. Yo sería el único que podría hacer eso”.

Trump, sin embargo, decidió conservar sus activos. En ese momento, tenían un valor estimado de US$ 3,5 mil millones, después de restar la deuda. Si, en cambio, hubiera optado por vender todo, existe la posibilidad de que hubiera tenido que pagar importantes impuestos sobre las ganancias de capital. Trump adquirió sus cinco participaciones más valiosas hace mucho tiempo, por lo que es probable que tenga enormes ganancias libres de impuestos bloqueadas en cada una de ellas.

Si hubiera pagado el máximo impuesto a las ganancias de capital posible (23,8% al gobierno federal, más 8,8% a las autoridades del estado de Nueva York por cada centavo que poseía), habría recortado alrededor de US$ 1,1 mil millones de su fortuna, dejándolo con US$ 2,4 mil millones en el primer día de su presidencia. Pero lo que habría parecido un gran sacrificio al principio podría haberse convertido en un realineamiento lucrativo. Al invertir esos US$ 2.400 millones en un fondo indexado que rastrea el S&P 500, por ejemplo, la fortuna de Trump se habría disparado a US$ 4.500 millones a estas alturas, dejándolo un 80% más rico de lo que es hoy.

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