De no frenar y resarcir de forma urgente el rezago escolar de hasta tres años que padecen niños y adolescentes por la pandemia, éste podría agravarse y afectarlos hasta en su vida laboral, advierten expertos, padres de familia y estudiantes consultados.

Roberto Vélez, director ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), explica que en el último análisis de la organización se enfatiza que las autoridades deben reconocer que los grupos que volvieron a los salones no se encuentran en las mismas condiciones de aprendizaje.

Además, señala, sortean problemas físicos, emocionales, familiares o sociales, los cuales pueden repercutir por tiempo indefinido en su desempeño.

El análisis concluye que una de las acciones inmediatas requeridas es aumentar y profesionalizar las plantillas de docentes que aseguren una renivelación académica e invertir en un diagnóstico para determinar el presupuesto y acciones urgentes.

“Los niños no es que en automático ya regresaron y pueden tomar lo que habían estado aprendiendo dos años y medio antes, no son máquinas”, explica.

Juan Martín Pérez García, coordinador de la organización Tejiendo Redes Infancia, advirtió que según los análisis de aprovechamiento escolar, hay un rezago de hasta tres años y cifras de abandono escolar sin determinar, porque no hay fuentes oficiales.

“Incrementó 13 por ciento la ideación suicida de niños, niñas y adolescentes; sobre la ansiedad hay reportes del mundo médico de un incremento de ansiedad y depresión”, indicó.

En tanto, Nancy Ramírez, directora de Incidencia Política de Save the Children en México, se mostró preocupada por la falta de acciones de las autoridades para atender los retos que enfrentan las niñas y niños al regresar a la escuela tras dos años sin socializar con sus compañeros y maestros.

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Desde ahora, estudiantes de nivel superior del área de Salud, como Marcela y Manuel, al igual que sus padres y profesores, se dicen preocupados por la política de no reprobación, aunada a la deficiente enseñanza que han presenciado durante dos años y consideran que los números que aparecen en sus boletas no reflejan sus conocimientos adquiridos.

“Muchos están tranquilos porque tienen ocho, nueve y diez sin hacer nada, pero a los que sí nos importa nos preocupa que ese 10 no significa que sepamos hacer las cosas que nos pedirán en prácticas y menos en un trabajo en hospital”, señala Marcela.

Además del impacto económico, la pandemia de Covid-19 causa un deterioro social que aún no está dimensionado ni ha terminado, advirtieron especialistas.

María Carmona terminaba sus estudios de maestría en Educación cuando comenzó la emergencia sanitaria.

Desde entonces ha sufrido depresión e incertidumbre, porque no ha podido ingresar a dicho campo laboral. Para solventar las deudas y la manutención de sus padres, quienes enfermaron sin tener seguridad social, María ha tenido que buscar trabajos informales.

“Hay días en que estoy demasiado triste, siento que no avanzo, he metido como 30 solicitudes de empleo para trabajar en el área educativa, pero los escasos que me han contestado, pagan hasta casi la mitad de lo que antes sabía que podría recibir”, cuenta.

Manuel Castillo, un estudiante de Medicina originario de otro Estado, tuvo que mudarse para reducir sus gastos y los de su familia. Antes de la pandemia rentaba una habitación en un departamento próximo a la universidad, actualmente debe trasladarse una hora para llegar a la escuela.

De acuerdo con estimaciones de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de la ONU, el impacto social de la emergencia por coronavirus se ha manifestado en mayor pobreza, desigualdad, desempleo y falta de seguridad social.

Los costos que ha implicado los califica como “insostenibles”.

“Las medidas de protección social han evitado un mayor aumento de la pobreza y pobreza extrema, pero hay un retroceso de 12 años en pobreza y 20 años en pobreza extrema”, advierte el organismo.

En el análisis que realizan en torno a la pandemia, la CEPAL advierte que las mujeres han sido afectadas de diversas formas, desde la sobrecarga de trabajo no remunerado e infravalorado, la falta de apoyo gubernamental en cuestión de cuidados y el retroceso en su inclusión al mercado laboral.

Roberto Vélez enfatizó en que para atacar el problema de desigualdad estructural de género, principalmente en los sistemas de cuidado, urge que el Estado defina y consolide sistemas de protección social universal e integral.

Además destacó que se debe procurar una recuperación de la pandemia en el sentido económico y social.

“No solamente es importante fijarse en el monto total de recuperación, sino ver la composición de esa recuperación y hay un componente de género importante, no únicamente en términos de población económicamente activa que regresa a la ocupación, sino de cómo en la pandemia nos creció mucho la población no económicamente activa y el componente de género fue importante”, detalló el experto.

Con información de César Martínez/Reforma

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