Cerca de la superficie lunar habría capas de hielo bastante grandes como para suministrar a una posible colonia humana el agua necesaria para beber y producir el combustible de cohetes, estima un equipo de científicos de la Universidad de Colorado en Boulder.
La evaluación de los investigadores se basa en simulaciones por computadora de las etapas tempranas de la existencia del satélite natural de la Tierra. En particular, descubrieron que hace 2.000-4.000 millones de años la Luna vivía una época de intensas erupciones volcánicas.
Las condiciones que se podrían observar entonces en ella “eclipsan a casi todas las erupciones en la Tierra”, cita un comunicado de la universidad a Paul Hayne, miembro del equipo.
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Las nubes expulsadas por la actividad volcánica deberían de conformar una atmósfera de corta duración, que sería compuesta principalmente de monóxido de carbono y vapor de agua. A medida que los gases atmosféricos se escapaban al espacio, el agua quedaba en el suelo, formando algo similar a la escarcha que se puede observar en la Tierra después de una noche fría, sostienen los científicos.
De hecho, sus cálculos muestran que el agua tuvo bastantes oportunidades para quedar en la Luna en forma de hielo permanente. En el apogeo de su actividad volcánica, registró una erupción cada 22.000 años, en promedio.
Las atmósferas temporales resultantes permanecían cerca de 1.000 años. Durante estos períodos, se condensaba alrededor del 41% de todo el H2O expulsado.
“Hubo mucho tiempo para que se formara el hielo”, señala el colega de Hayne, Andrew Wilcoski.
Si es así, se trataría de 8,2 × 1.015 kilogramos de agua, que es más de que la que hay actualmente en el lago Míchigan, el quinto más grande de la Tierra. Estaría acumulada principalmente cerca de los polos de la Luna, donde la profundidad de las capas de hielo puede alcanzar los 146 metros, estiman los científicos.
“Es posible que a 5 o 10 metros por debajo de la superficie haya grandes capas de hielo”, señala Hayne: “Realmente necesitamos perforar y mirar en ellas”.
El estudio fue publicado este mes en la revista Journal of Planetary Science.