La mariposa monarca, conocida por sus viajes de hasta 4,000 kilómetros desde México y California hacia el norte de Estados Unidos y Canadá ha entrado oficialmente a la Lista Roja de Especies Amenazadas, de acuerdo con la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (IUCN).

La UICN detalla que en la última década su población nativa se ha reducido entre un 22 y 72%, principalmente por la tala legal e ilegal, así como la deforestación para hacer espacio a la agricultura y el desarrollo urbano, lo que ha dado como resultado que se destruyan áreas del refugio invernal de estas mariposas.

Otra de las razones que inciden en la reducción de su población es el uso de pesticidas y herbicidas, mismos que se aplican para la agricultura intensiva, lo que mata a las mariposas y el algodoncillo, la planta huésped de la que se alimentan sus larvas, que también se conoce como asclepias.

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El cambio climático es otro de los factores que han impactado significativamente a la mariposa, y representa una amenaza “de rápido crecimiento”, pues al haber sequía, se limita el crecimiento del algodoncillo, además de aumentar la frecuencia de incendios forestales catastróficos.

Por otro lado las temperaturas extremas llevan a migraciones más tempranas antes de que el algodoncillo esté disponible, mientras que por otro lado el clima severo ha matado a millones de mariposas.

Aunque el panorama no se ve bueno, hay buenas noticias

También la IUCN alerta sobre el mayor riesgo que corre la población occidental, que se redujo en un 99.9% en aproximadamente 40 años, pasando de 10 millones en 1980 a 1,914 mariposas en 2022. En el caso de la población oriental, esta se redujo aproximadamente un 84% entre 1996 y 2014 y de momento hay duda sobre si sobrevivirán suficientes mariposas para mantener las poblaciones y evitar la extinción.

A pesar de que parecen encontrarse al borde del colapso, de acuerdo con Anna Walker, miembro de la IUCN SSC Butterfly, hay personas y organizaciones que están tratando de proteger la mariposa y sus hábitats. Entre sus acciones se encuentra el plantar algodoncillo nativo y reducir el uso de pesticidas para proteger los sitios de hibernación, con la intención de que el insecto se pueda recuperar.

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