Julieta Escobar Parra es una corredora mexicana única, pues realiza carreras de largas distancias ataviada como china poblana, vestido típico del central estado mexicano de Puebla, con el fin de ayudar a niños con síndrome de West, una enfermedad que padece su hija.
“Siempre he sido orgullosa de mis raíces, yo nací aquí en Puebla, yo quería representar de alguna manera, sí llamar la atención, pero al mismo tiempo portar un traje típico de mi estado que es precisamente el de china poblana, nunca había visto una corredora con este traje, he visto a varios compañeros que corren por su causa, pero dije ‘voy a usar el traje típico no solo de Puebla, si no nacional’”, afirmó Escobar Parra en entrevista con Efe.
En su traje se aprecia el escudo nacional y el calendario azteca, bordado con lentejuelas de colores y elaborado de manos mexicanas
“La Chinita”, como la llaman en las carreras de diferentes distancias, pudo escoger ropa de última generación para correr, sin embargo buscó identidad y representación de su estado natal, pero sobre todo para decirle a quien la ve durante el recorrido de cada circuito que en cada trote, cada metro y cada kilómetro lleva una causa social.
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La atleta decidió iniciar las carreras con causa tras enterarse que su hija de 8 meses se enfermó de síndrome de West, un padecimiento que ocasiona regresión en el desarrollo y actuar de los niños que lo padecen, así como fuertes espasmos que dañan el funcionamiento cerebral.
Escobar Parra compartió que su inspiración también viene de Catarina de San Juan, la original “china poblana”, al ser una guerrera que escapó de sus raptores en varias ocasiones.
“Por ser una guerrera, por lo que ella demostró, por ser algo diferente en su época, a mí me da mucho orgullo como mujer portarlo (el traje) y dar a conocer que sí se puede como un mensaje de esperanza, de fe y de orgullo nacional, que quiero llevar a donde Dios nos permita llevar nuestros pasos con causa”, afirmó.
BUSCA AYUDAR A MÁS NIÑOS
Escobar Parra abrió su corazón al compartir que es inexplicable cómo su hija sanó del síndrome que deterioró su salud en poco tiempo, volviéndose parte del 1 % de niños que llegan a superar el síndrome de West.
“Realice mí primer maratón son 42 kilómetros y 195 metros para recabar recursos para el tratamiento de mí pequeña, debido a que los recursos no alcanzaban, y quién iba a decir que mientras corría el milagro sucedería (pues) pocos días después mi niña sanó”, aseveró.
Por esta razón, en modo de agradecimiento a la vida y a Dios comenzó a dedicar maratones y carreras a fundaciones que atendían a infantes con la enfermedad.
Tras 6 años de correr con causa, ahora abandera la fundación “Camina Junto a Mí”, la cual ayuda a menores que viven con síndrome de West a conseguir sillas de atención especial, las cuales pueden costar hasta 19.000 pesos (unos 930 dólares), pues son traídas desde Estados Unidos.
Compartió que los donativos se hacen a través de una cuenta bancaria directa a la fundación y por medio de la página web de la fundación, aunque también se pueden donar desde 250 metros.