Como ocurrió con las administraciones de Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes, con el “transformador” morenismo de Cuitláhuac García y su gabinete, el estado de Veracruz sufre un gobierno de ficción constante, un sexenio de complaciente fantasía de oropel, que defienden a rajatabla y con ceguera perniciosa los mandos superiores del palacio de Enríquez, frente a la Catedral. La pesada nave del gabinete hace agua y los bultosos lastres que carga, adelantan su hundimiento y desastre fatal.
Primero, la pésima operación de política interior, manifestada en irrisorios resultados de confianza, credibilidad y tranquilidad pública, y en seguida, la deficiente administración que se comprueba en la falta de resultados y obras de infraestructura importantes, junto a la constante e interminable contratación de préstamos que mantiene la deuda estatal en niveles casi iguales a los de 2018, que tanto se criticaron. Y por si no bastara con estas deficiencias, los aparatos de seguridad pública y procuración de justicia, continúan operando de manera extraña y errática, o lejana a los estándares de justicia y eficacia que la sociedad espera.
Lo peor de todo es que el empleo formal ha caído a niveles alarmantes incrementando la pobreza y el trabajo informal, según los propios informes del IMSS que reporta el INEGI (35 mil fuentes de empleo desaparecieron en los dos últimos años a causa de la pandemia, aunque la mayor parte de las entidades federativas, reflejan cifras en positivo en el mismo periodo). Y un dato que genera demasiado nerviosismo, es el de la elevada cifra de mujeres desaparecidas en el estado, como ha revelado uno de los Observatorios más acreditados en esa materia. Cerca del final del año, quién sabe qué es lo que podrá destacar Cuitlahuac como resultado de gobierno, el próximo 15 de noviembre en su IV Informe.
Y si se analiza el terreno y las circunstancias de los partidos políticos, el escenario de los preparativos y movimientos de grupos para la jornada electoral de 2024, el balance también es de ficción, dado que eso mismo es lo que se imprime y acostumbra desde el bastón de mando, quien como fórmula, utiliza los mismos esquemas agotados en el priismo y en el panismo, que no dieron resultado: utilizar los cuadros burocráticos (que desprecian a los jefes) para ir a hacer eventos de “promoción” o de “divulgación ideológica”, que sólo producen resultados engañosos que la gente de a pie no sostiene ni respalda en la conversación pública. Además de estos factores, la estrategia de contención creada desde arriba, afectando o castigando liderazgos opositores del PAN, del PRD, del PRI y demás partidos y organizaciones de la oposición, auguran serios fracasos morenistas en 2024. Pudiera ser que en la elección venidera, la oposición tome como principal objetivo, el de evitar el triunfo del morenismo, a costa de lo que sea.
El territorio veracruzano al constatar logros fantasma, corrupción creciente, inseguridad pública, desempleo y el exceso de verbalismo triunfal y festivo de un grupo de payasos con suerte y aplauso obradorista, lo único que observa es el crecimiento notorio u oculto con sigilo, del desprecio contaminante, del resentimiento y del odio acrecentado a todo lo que suene a Cuitláhuac o a AMLO.