“Balada triste de trompeta, por un pasado, que murió…”.

Cualquiera que escuche la letra de esta clásica canción de Raphael, diría que su ilustre intérprete es un eterno nostálgico, un enamorado del pasado.

Pero el día después de haber recibido el premio Billboard por su trayectoria de 60 años en los escenarios, y con el lanzamiento en América Latina de un documental de cuatro partes sobre su carrera llamado “Raphaelismo”, el cantante y actor español habló en entrevista para la BBC Mundo que no es de los que mira atrás.

“Yo no miro atrás nunca. Hay una frase que siempre digo -mal dicha-, que es ‘pa’lante’, siempre ‘pa’lante'”, dice Raphael, que en entrevistas pasadas explicó que escribe su nombre con ph “para que se pueda leer en todos los idiomas”.

Con destacados éxitos como “Hablemos del amor”, “Yo soy aquel”, “Escándalo” (compuesta por Willy Chirino) o “Mi gran noche”, Raphael es uno de los más claros representantes de los “divos de las baladas románticas”.

Sobre el legado del artista en la música, el productor español Paco Salazar comentó: “Raphael es un paradigma. Es a España lo que Elvis a Estados Unidos; lo más parecido que tenemos aquí a lo que supuso el Rey del Rock”.

Su estilo arrebatador, su expresividad sobre el escenario -a veces rozando el histrionismo- y canciones como “Digan lo que digan” o “Qué sabe nadie” hicieron correr rumores sobre su sexualidad, algo sobre lo que el propio artista se ha pronunciado en entrevistas para decir que “le han hecho gracia”, aunque no fueran ciertos.

También se ha referido al gran susto que vivió por sus graves problemas de salud con el hígado, hasta que en 2003 recibió un trasplante que le dio una inyección de vida.

Es casi inevitable no sentir atracción por los detalles de una carrera que comprende seis décadas y que ha visto al mundo evolucionar en maneras difíciles de prever.​

Ya sea por el amor a las canciones románticas -que encontraron en Raphael a uno de sus intérpretes más teatrales-, por la nostalgia de épocas que siguen vivas gracias a estrellas como él que, aún acercándose a los 80 años, siguen haciendo los escenarios vibrar…

O simplemente por la curiosidad de querer entender qué es lo que lo impulsa, porque algo tendrá que estar haciendo bien alguien que ha logrado mantenerse activo durante tantos años en un mundo tan exigente como lo es el del espectáculo.

¿Cómo hace alguien para mantenerse vigente en los escenarios durante 60 años?

Pues poniéndole mucha voluntad, gustándote mucho lo que haces.

Es un acto en favor de los demás, de que pasen buenos ratos, de que disfruten tus canciones. De que las disfruten tanto que lleguen a ser parte de su vida.

Lo ves incluso en las personas que padecen de Alzheimer: lo último que se les olvida son las canciones.

Esa voluntad fue clave, según se ve en la nueva serie sobre su vida, especialmente durante esa primera etapa de su carrera, una de participaciones en concursos de talento y recorriendo pequeños escenarios por España ¿considera que esa época fue la de más dificultades de su carrera?

No, no todo fueron rosas, pero yo no las veía como dificultades. Eran solo pequeños baches con los cuales uno tiene que aprender a levantar la cabeza. Porque al final, lo que estaba en mi cabeza era estar en el Olympia, era ir a París.

En esos primeros años, hay mucho compañerismo en su carrera, ¿cree que eso fue parte clave para el éxito de Raphael?

En el mundo que me rodea a mí, hay mucho compañerismo. Pero la historia de Raphael se hubiera escrito igual, más allá del compañerismo.

Y esto es gracias a la tenacidad que tengo, no por otra cosa sino por la tenacidad.

Y ¿de dónde nace esa tenacidad de Raphael?

Nació con él. Siempre, desde muy niño, he hecho lo que yo sentía que tenía que hacer y se me daba.

Me acuerdo de la bofetada que me dio mi madre la primera vez que llegué a la casa tarde, después del teatro, para la edad que tenía -11 años en ese momento y llegué a las 3 de la mañana-.

Y yo le dije: “Pues empezamos bien, porque es lo que voy a hacer todos los días. Yo voy a ser artista, yo soy artista y voy a venir a esta hora todos los días porque es a la hora que la obra terminó”.

Y yo siempre he sido así, siempre he hecho lo que he querido y he debido hacer.

Y ¿de dónde nace ese convencimiento? ¿Cómo es tener semejante certeza de algo en la vida?

Sale de lo más profundo de mi corazón. No puedo ser otra cosa.

¿Qué tan profunda es la relación de Raphael con América Latina?

¿Tú quieres que os regale los oídos? Porque sois maravillosos. Latinoamérica es una maravilla.

La primera vez que pisé el continente, sentí que estaba predestinado para ir.

Somos ya varias las generaciones que hemos crecido con Raphael en la banda sonora de nuestras vidas, sobre todo a la hora del romance. ¿Cómo ve usted el amor hoy en día, en esta época de redes e internet?

Hay de todo, porque no todo es malo.

Además, siempre hay que tener un hueco para la esperanza de que todo lo que esté mal tiene arreglo.

A lo mejor no es un arreglo inmediato, pero yo no creo que la gente sea tonta para nada.

Yo creo que la gente va a volver a las maneras antiguas de las relaciones, porque ya ha pasado en otras ocasiones que se imponen nuevas tendencias a una velocidad vertiginosa.

Y las cosas han vuelto a su cauce.

¿Qué consejo le daría a los románticos que lo leen en este momento?

Que sean estoicos y que aguanten, porque volverá.

¿Y a los que admiran las seis décadas de Raphael en el escenario?

Pues que todo se puede hacer. Quizás no tan bien como te lo imaginabas, pero te acercas mucho.

Publicidad