En su paso como líder nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador ha sido señalado por los propios integrantes de estos partidos de promover, solapar y beneficiarse de posibles fraudes electorales internos.

Sus excompañeros del PRD que contendieron contra él, tanto por la presidencia nacional de ese partido como a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, señalan a Latinus que hoy López Obrador realiza las mismas prácticas que ha criticado y denunciado ante los organismos electorales durante su carrera política.

Como ejemplo está el proceso interno para elegir presidente nacional del PRD en 1996, cuando López Obrador contendió por ese cargo contra Amalia García, Jesús Ortega y Heberto Castillo.

Ortega, líder moral de la corriente Nueva Izquierda, llegó a un acuerdo con López Obrador antes de la elección interna y declinó a su favor.

En la votación, celebrada el 14 de julio de 1996, el tabasqueño resultó vencedor, pero Amalia García demandó “que se limpiara la elección” y denunció que muchos de sus representantes de casilla habían sido expulsados.

En tanto, Heberto Castillo, quien falleció al año siguiente, acusó que “el manejo de las elecciones se hizo violando los estatutos internos”.

“Quienes dimos el registro al partido, lo hemos perdido, porque el PRI se quedó con el registro y lo ha hecho de forma masiva, tanto, que ahora no tenemos posibilidad de influir estatutariamente”, dijo entonces Castillo.

Heberto Castillo adelantó lo que venía para el PRD: López Obrador apoyó candidaturas externas, principalmente de expriistas, a cargos de elección popular, por encima de los procesos electivos del partido del sol azteca.

Así, el PRD ganó cuatro gubernaturas con candidatos expriistas: Cuauhtémoc Cárdenas, en el Distrito Federal (1997); Ricardo Monreal, en Zacatecas (1998); Alberto Sánchez Anaya, en Tlaxcala (1999); y Leonel Cota Montaño, en Baja California Sur (1999).

López Obrador dejó la dirigencia del PRD en abril de 1999, no sin antes dar su aval para formar parte de una coalición que encabezó el también expriista Antonio Echevarría Domínguez, quien ganó en Nayarit.

Como presidente saliente del PRD, López Obrador organizó las elecciones internas para relevarlo, en las que Amalia García y Jesús Ortega eran los aspirantes con mayor fuerza entre las llamadas tribus perredistas.

A nueve días de dejar las oficinas del partido para buscar la candidatura a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, la Comisión Nacional de Garantías y Vigilancia perredista anuló los comicios internos porque las prácticas ilegales y fraudulentas rebasaron el 20%.

Por ello, designaron una dirigencia interina que organizó nuevas elecciones en julio de 1999, cuando López Obrador ya no estaba al frente, las cuales se realizaron dentro del marco de legalidad partidista.

En tanto, López Obrador registró sus aspiraciones para relevar a Cuauhtémoc Cárdenas en el gobierno capitalino, lo que provocó un nuevo pleito interno.

Aspirantes a la candidatura por la jefatura del entonces Distrito Federal como Pablo Gómez, Demetrio Sodi y Marco Rascón, cuestionaron que López Obrador tuviera cinco años de residencia mínima para aspirar a un cargo público y calificaron como ilegal su registro.

El 14 de noviembre de 1999, día de la elección interna, Gómez aseguró que apoyaría al ganador de la contienda, “siempre y cuando cumpla con los requisitos constitucionales”.

“No es el caso de Andrés Manuel, incluso, su liderazgo en la Ciudad de México es de bote pronto”, dijo el actual titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, designado por el que fuera su adversario político.

Además, Gómez y Sodi presentaron un recurso de apelación ante la Comisión Nacional de Garantías y Vigilancia del PRD -integrada en su mayoría por obradoristas-, que lo desechó.

El 12 de abril de 2000, en una ríspida sesión del Instituto Electoral del Distrito Federal se validó, con cuatro votos a favor y tres en contra, el registro de López Obrador como candidato a la Jefatura de Gobierno.

Los consejeros Rubén Lara, Rodrigo Morales y Leonardo Valdés coincidieron en que no existían los documentos que avalaran la residencia del perredista en la capital, por lo que votaron en contra.

Posteriormente, el Tribunal Electoral declaró insuficientes los argumentos en contra que presentaron PRI, PAN y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana.

Entre las pruebas que López Obrador presentó estaban los documentos de un crédito de FOVISSSTE, aprobado en 1985 para la adquisición de un departamento en la calle de Copilco, recibos del pago de agua y testimonios de dos vecinos.

Perredistas habían señalado que el inmueble era de Laura Castillo, hija de Heberto Castillo.

El tabasqueño ganó las elecciones en la capital, aunque perredistas consultados por Latinus para este reportaje señalaron que un mes antes de las elecciones, fue Rosario Robles quien convocó a funcionarios del Distrito Federal para apoyar en las tareas de proselitismo.

Durante la campaña, el candidato del PAN a la jefatura de gobierno, Santiago Creel, había reducido el margen en las preferencias, por lo que Robles respaldó a López Obrador con un equipo paralelo que reportaba cada 24 horas los avances en las tareas de convencimiento, incluso, el mismo día de la elección.

López Obrador ganó a Creel con una diferencia de sólo cuatro puntos, pero logró menos votos que los alcanzados por Cárdenas seis años antes.

En 2006, el tabasqueño contendió por la Presidencia de la República y perdió ante el panista Felipe Calderón por una diferencia de 0.56% de los votos, por lo que a la fecha sostiene que hubo fraude en su contra.

Ya como líder de Morena, López Obrador promovió la realización de encuestas para definir a los candidatos a puestos de elección popular, lo que ha derivado en varias pugnas internas.

El 24 de agosto de 2017, siendo López Obrador presidente de Morena, la entonces jefa delegacional en Tlalpan, Claudia Sheinbaum, ganó el sondeo para la candidatura a jefa de Gobierno de la Ciudad de México a Ricardo Monreal, entonces titular de la delegación Cuauhtémoc; Martí Batres, líder de Morena en la capital, y Mario Delgado, senador del Partido del Trabajo.

“Luchar contra la nomenclatura no es fácil”, dijo Monreal al conocer los resultados.

Desde el 5 de julio pasado, López Obrador ha mencionado con mayor frecuencia a Sheinbaum y al canciller Marcelo Ebrard como los funcionarios con más posibilidades para ser el candidato presidencial de Morena.

Posteriormente, sumó otros nombres, como el titular de Gobernación, Adán Augusto López; la secretaria de Energía, Rocío Nahle; e incluyó en la lista a Monreal, luego de que el senador exigió piso parejo.

Tanto López Obrador como Mario Delgado han adelantado que la candidatura de Morena a la Presidencia de la República se resolverá por medio de una encuesta.

En 2021, la dirigencia de Morena clasificó como información reservada los resultados, metodología, muestras y zonas geográficas del levantamiento de las encuestas con las que seleccionó a sus candidatos en 15 entidades, por lo que varios aspirantes han solicitado mayor transparencia y sondeos espejo.

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