Sin mesura, ni cordura, el presidente López Obrador ha vuelto a agredir a los periodistas críticos a su gobierno, pese a que el 2022 ha sido el año más mortífero en tres décadas y a que la iglesia católica pidió justicia, seguridad y evitar menosprecios para el gremio a su gobierno .
Desde el púlpito presidencial y usando todos los recursos públicos, esta mañana arremetió contra Ciro Gómez Leyva, Denise Maerker, Joaquín López Dóriga, Jorge Ramos, Carlos Loret de Mola y contra el empresario Claudio X. González
Sin decir nada nuevo, mucho menos presentando pruebas de sus dichos, tildó a esos periodistas como voceros del conservadurismo por proteger intereses de élite y contribuir al fraude electoral del 2006.
Fiel a su política de polarización López Obrador dijo que ese grupo “son de la élite, de lo más selecto de los medios de información”, mencionó cantidades estratosféricas de los supuestos salarios o ganancias de esos informadores, sin dejar de ningunearlos “ni que fueran lumbreras, ni que fueran tan inteligentes” y en sus conjeturas fantasmales aseguró que la misión es “proteger intereses de grupo”.
López Obrador no supera su derrota electoral del 2006, por el contrario, señala “cómo se me va olvidar cuando nos hicieron el fraude en el 2006, el conteo lo hicieron los medios de información con el INE, era una transmisión de cadena nacional, fue lo más perverso que se haya visto. Estaban en una mesa Ciro, Denise, López Dóriga, no recuerdo quién otro.”
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Ahora como presidente dice que el actuar de los periodistas contribuyó, a la larga, a que permeara en el país un Gobierno ilegítimo y los responsabilizó de que aflorara la violencia en el país.
El gobierno de López Obrador y su denominada cuarta transformación gira alrededor de un mundo de culpas, odios y rencores, en donde la ausencia de resultados es una de las realidades en México, no así la voz de un solo hombre que provoca en sus aliados y simpatizantes, que sigan abusando de la mentira.