Con trabajo y transparencia, Ricardo Ahued cumple un año al frente de la administración municipal de Xalapa. Arropado por los principales sectores de la ciudadanía, el edil de la capital veracruzana cumplió el ejercicio de informar los resultados y dejó a un lado el tradicional discurso político para glosar las acciones en este gobierno.
Sin dejar de reconocer el trabajo de cada una de las áreas municipales y de los integrantes del cabildo, Ahued Bardahuil comunicó con base a lo establecido en el Plan Municipal de Desarrollo.
Pero lo que resalta es que no miró hacia atrás para buscar culpables, para evadir responsabilidades, como tampoco se ocupó de recordar que Xalapa se transforma. Ricardo Ahued aprendió que cuando un político presenta resultados no tiene la necesidad de buscar culpables, de echar un vistazo a los lados, sino que se dedica a sembrar la semilla para el futuro. Eso refleja que se busca el bien común de la sociedad.
Y no sorprende esa actitud de Ahued, está entrenado para eso. Sus logros materiales y propiedades fueron conseguidas por medio del trabajo y del esfuerzo que realiza desde su adolescencia. No ha sido acusado de ser un político corrupto, perezoso o chapucero. Desde que se inició en la función pública ha cultivado la cercanía con la población y la interacción con la sociedad, utilizando todos los medios posibles.
El ayuntamiento de Xalapa está siendo austero, pero ejerciendo puntualmente los recursos presupuestales frente a la programación diseñada y cumple con la demanda de regular las finanzas públicas. Con Ricardo Ahued al frente de la administración municipal, Xalapa no gira en contra de lo que vira el mundo, como tampoco está casado con ideologías morales que divide a los de la élite corrupta y un pueblo íntegro.
El pluralismo de Ahued lo lleva a cabo simplemente porque la sociedad es plural, lo que favorece el intercambio de opiniones y propuestas y refuerza la necesidad de lograr acuerdos. Concibe, desde una perspectiva más serena y distanciada, que la acción política no necesita del servilismo o la degradación política y, que la apariencia liberal socava en el fondo la voluntad ciudadana y la representación popular.
El presidente municipal de Xalapa mostró que el aparatoso divorcio entre un sector político y el resto de la sociedad no está siendo representada ni defendida por el grupo que ostenta el poder. Ello significa desconfianza primero, y ruptura después.
Sin estigmatizaciones, el municipio de Xalapa se encuentra, por ahora, bien representado con Ahued. Se muestra que el escepticismo generalizado: “todos son iguales”, “esto no tiene remedio”, pueden erradicarse con profesionalismo, no con improvisaciones o ideologías morales.
El reto es mayúsculo para Ricardo Ahued, quien no apela a las emociones, sino a las realidades y a la razón.
Estas circunstancias han sido analizadas por todos los puntos y todos los actores, por lo que Xalapa ha recuperado el papel preponderante y la importancia a nivel nacional y estatal.