El reloj de la Torre Spassky del Kremlin marca la medianoche.

Suena el himno nacional ruso.

A continuación, el Canal 1 de Televisión da el pistoletazo de salida a 2023 con una canción pop: “Soy ruso y llegaré hasta el final… soy ruso, para fastidiar al mundo”.

Luego, en la lista de los temas (patrióticos) más populares, se escucha: “¡Nací en la Unión Soviética, me hicieron en la URSS!”.

Cambio de canal. En la fiesta de Año Nuevo de Rusia-1, uno de los corresponsales de guerra más famosos de la emisora sostiene una copa de champán, brinda por 2023 y desea “más buenas noticias que malas desde el frente”.

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Junto a él se sientan hombres en uniforme militar. Un funcionario de la Ucrania ocupada por Rusia, instalado en Moscú, declara: “Nos deseo a todos la paz. Pero la paz sólo llegará después de nuestra victoria”.

Entendido. Las extravagancias festivas de este año en la televisión rusa son una extraña mezcla de fiesta y victoria en el campo de batalla.

No es lo habitual en una noche de Año Nuevo en Rusia. Pero tampoco es una noche de Año Nuevo normal. Lo “normal” desapareció hace diez meses, cuando Rusia lanzó una invasión a gran escala contra Ucrania.

El discurso de Año Nuevo de Vladimir Putin al pueblo ruso no tuvo nada de “normal”. En su alocución anual, el presidente suele estar solo en el exterior del Kremlin. Este año, detrás de él había hombres y mujeres en uniforme de combate.

El año pasado, el líder del Kremlin señaló que “la Nochevieja está literalmente llena de buen ánimo y pensamientos felices”.

En esta ocasión, la alegría y los pensamientos felices escasearon.

La “Madre Patria”

El presidente Putin aprovechó el discurso para promover la realidad alternativa del Kremlin: que en este conflicto Rusia es el héroe y Ucrania y Occidente son los villanos.

“Durante años, las élites occidentales nos aseguraron hipócritamente sus intenciones pacíficas… pero, de hecho, alentaron a los neonazis de todas las maneras posibles”, dijo Putin.

“Defender nuestra Madre Patria es el deber sagrado que tenemos con nuestros antepasados y descendientes”.

Cuando el Kremlin habla de “defender nuestra Madre Patria”, hay que tener en cuenta que fue Rusia quien invadió Ucrania. No al revés.

El presidente ruso afirma que su país se está beneficiando enormemente de los dramáticos acontecimientos de 2022: “Ha sido un año de importantes pasos hacia la plena soberanía de Rusia”.

“Sentamos las bases de nuestro futuro común, de nuestra verdadera independencia”.

La afirmación de que, en esta guerra, Rusia está luchando por su soberanía e independencia es, como mínimo, desconcertante.

Para empezar, Rusia ha sido durante mucho tiempo una nación soberana e independiente.

Incluso si se acepta la premisa de Vladimir Putin de que Rusia nunca alcanzó la “plena soberanía”, surge la pregunta: ¿por qué no? Putin lleva 23 años en el poder. Tiempo suficiente, pensaría uno, para solucionarlo.

La otra cosa que hace el presidente Putin en su discurso de año nuevo es dividir a los rusos entre nosotros y ellos, entre los que apoyan su “operación militar especial” y los que no.

“Ha sido un año que ha puesto muchas cosas en su sitio”, dijo el líder del Kremlin, “y ha trazado una línea clara entre el valor y el heroísmo, por un lado, y la traición y la cobardía, por otro”.

Es probable que en 2023 veamos al Kremlin trazar esta línea con más claridad que nunca. Las autoridades rusas han movilizado todos los recursos del país para la “operación militar especial”.

No hay lugar para el debate o la discusión: el gobierno espera que la opinión pública se una y apoye al presidente. A los rusos que no lo hagan se les hará sentir que están traicionando a su Madre Patria.

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