El cuento es un género literario prodigioso “difícil y, por tanto, más interesante que la novela”, por “la engañosa sencillez que puede llegar a tener y un juego más intenso con la ambigüedad”, sostuvo el escritor argentino Martín Kohan.
En la primera vez que aparece en un sello mexicano, el narrador publicó recientemente la antología Nueve cuentos en Pollo Blanco Editorial.
Kohan, ganador en 2007 del Premio Herralde de Novela por Ciencias morales, dijo a La Jornada que él también ha reproducido, “muy a mi pesar y contra mis convicciones, la lógica preponderante que tiende a enfatizar la novela. Hay instalada una especie de consigna tácita, y a veces explícita, respecto de que novelas sí y cuentos no tanto. Yo estoy completamente en contra”.
Mencionó que “con los relatos me pasó más de una vez lo de escribirlos, releerlos, estar conforme y que quedaran relegados respecto de mi propia escritura de novela. Cuando me di cuenta, empecé a rechazar dejarlos en segunda línea y puse el mismo esmero en revisarlos, reunirlos y publicarlos”.
La brevedad añade dificultad
El narrador destacó que el “cuento es un formato más exigente para la escritura, más difícil. La brevedad agrega dificultades, no las quita. Hay márgenes que una novela te puede llegar a permitir; incluso si uno se propone que la escritura de una novela sea lo más ajustada posible y que no tenga chirridos ni disonancias, como me lo propongo”.
Martin Kohan (Buenos Aires, 1967) añadió que con el escritor Jorge Luis Borges “hemos dicho mucho o quizás hasta todo. Las Tesis sobre el cuento, de Ricardo Piglia, ponen el foco ahí. De un modo cada vez más claro, la crítica literaria tiende a considerar que los cuentos de Julio Cortázar están sobre sus novelas.
“En la literatura argentina no faltan elementos para la jerarquización del cuento como género, como si necesitara reivindicación, pero en un punto parece necesitarla, porque las tendencias generales son de priorizar la novela. Apenas se revisa a Cortázar, Borges o las reflexiones de Piglia, y se nota que el cuento es un género prodigioso.”
El autor hace énfasis en que Pollo Blanco capta en los títulos del volumen “el aspecto de lo despojado. En mi manera de escribir las novelas sí hay abundancia verbal respecto de la peripecia, como si uno dijera más palabras que acontecimientos. En los cuentos, las características del género me predisponen mucho más al despojamiento, a las resonancias y a las capas que puede haber”.
Expresó que “la voz de enunciación de un texto es la primera construcción ficcional que tiene, incluso si el texto es autobiográfico. Si se apunta a la coincidencia o superposición del autor como narrador, el sujeto que toma la palabra en el texto no corresponde al autor”.
Fue tajante: “Con lo que sí estoy en desacuerdo es con la determinación de una perspectiva de género a partir de la condición anatómica del autor o de la autora, porque supone que un texto siempre es la voz de quien escribe, y para mí nunca lo es”.