Con más de 60 años de trayectoria, la escultora Ángela Gurría Davó constituye un referente para el arte mexicano del siglo XX. Su producción transita por distintas técnicas y materiales, en la que destaca su escultura pública, la cual se ha convertido un icono en urbes como Ciudad de México, Tijuana, Baja California; Toluca, Estado de México, y Acapulco, Guerrero.

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) lamentan el deceso de la reconocida artista, galardonada con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el área de Bellas Artes, en 2013, y la Medalla Bellas Artes en 2015. Por acuerdo con su familia, se realizará un homenaje póstumo en el Palacio de Bellas Artes para celebrar su trayectoria, igualmente, el Museo del Palacio de Bellas Artes prepara una exposición retrospectiva de su obra que se presentará en 2024.

La secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero, lamentó el deceso de Ángela Gurría, de quien dijo es “referente mundial de la escultura. Abrió camino para las mujeres en el arte y ganó siempre espacios para ellas”. Asimismo, externo condolencias a la familia y amigos de la artista a quien recordó con un “gracias por tanto”.

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Por su parte, la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, expresó: “Se ha marchado la maestra Ángela Gurría, una gran escultora mexicana quien supo dialogar amorosamente con la cantera, el metal, la madera, hasta lograr una multiplicidad de formas, texturas, líneas y volúmenes que dieron vida a una obra que es referente del arte mexicano. Amante de la música, nutrió su obra con una poética muy propia. Primera mujer en ser parte de la Academia de Artes”.

Originaria de la Ciudad de México, Ángela Gurría Davó (1929) se formó con maestros como Germán Cueto —quien introdujo el abstraccionismo en la creación escultórica mexicana—, Mario Zamora, artista hondureño, y el fundidor y escultor Abraham González. Estos la motivaron a conectarse con los materiales, conocer sus características y explorar sus posibilidades. En su obra trabajó con vidrio, ónix, cristal, cantera, hierro, bronce y mármol. Cursó también estudios en Francia, Italia, Estados Unidos y Grecia.

Su escultura destaca por el tratamiento de la forma, inspirada, en gran medida, en la organicidad de la naturaleza. Produjo una amplia variedad de obras, algunas de pequeño formato y otras monumentales, en algunas de ellas hace alusión directa a los reinos animal y vegetal, como es el caso de Jaguares, Caracol, Paloma, Cactus, Flor de cactus, Mariposa rosa, Mariposa roja, El vuelo de la mariposa, Celosía de mar.

De la figuración al abstraccionismo, de la flora a la fauna, del simbolismo prehispánico a la crítica social, Ángela Gurría produjo una amplia variedad de piezas que se han vuelto características del arte urbano en diversas ciudades.

Primera exposición individual

Presentó su primera exposición individual en 1959 en la Galería Diana, donde exhibió 11 piezas. Su carrera despuntó a partir de entonces y dio a conocer su obra en diversos museos y galerías.

Entre las exposiciones más recientes en las que participó destacan Espiral perfecta, en el Museo Morelense de Arte Contemporáneo Juan Soriano (MMAC, 2019, Cuernavaca, Morelos); Ángela Gurría: homenaje a los 90 años de vida y 70 años de creación artística, en el Instituto Mexicano para la Justicia (2019, Coyoacán, Ciudad de México); Monumental. Dimensión pública de la escultura, en el Museo de Arte Moderno (2020, Ciudad de México); Escuchar la materia, en la galería Proyectos Monclova (2021, Ciudad de México) y Segunda naturaleza, en el Museo de Arte e Historia de Guanajuato (2022, Guanajuato).

Entre su obra pública se encuentra Señales (1968), parte de la Ruta de la Amistad —proyecto escultórico del programa de la Olimpiada Cultural que acompañó a los XIX Juegos Olímpicos de 1968—. La escultura de hormigón, de más de 30 metros de altura, consta de dos estructuras que representan una herradura partida en dos, pintada de blanco y negro.

A esta obra emblemática se suman Río Papaloapan (1970), Nube (1973) y Aguaje (2002), las cuales se pueden apreciar en el Museo de Arte Moderno del Inbal; Homenaje a la ceiba (1976-1977), en el Hotel Presidente Intercontinental; Tzompantli (1993), en el Centro Nacional de las Artes. Fuera de la capital del país también creó piezas de gran formato: Fuente rosa (1970), en Acapulco, Guerrero; Juguetes populares (1971-1973), en Paseo Tollocan, Estado de México; Homenaje a Benito Juárez, edificio de Naciones Unidas, Nueva York (1973); Monumento a México (1973-1974), en Tijuana, y el Monumento al trabajador del drenaje profundo (1974). Así como Corazón mágico de Cutzamala-Homenaje a Tláloc (1978), en el Estado de México; y Eclipse (1994), en Bogotá, Colombia; entre otras.

Como parte de, los trabajos del proyecto Chapultepec Naturaleza y Cultura, el Museo de Arte Moderno realizó la limpieza de Río Papaloapan y la renovación de contenidos y cedulario en Braille y en Lengua de Señas Mexicana de esta obra y Aguaje, ambas ubicadas en el Jardín Escultórico.

Primera mujer en incorporarse a la Academia de Artes

Gurría Davó fue miembro del Salón de la Plástica Mexicana desde 1966 y en 1974 fue la primera mujer en incorporarse a la Academia de Artes.

Entre los reconocimientos obtenidos se encuentran el Premio del Instituto de Arte en México, la Medalla de Oro de la Academia del Arte del Lavoro (Italia, 1980) y el Primer Premio de Escultura Integrada a la Arquitectura de la III Bienal Mexicana de Escultura en 1967 por la obra Puerta- celosía, ejemplo notable de este tipo de diálogo artístico entre ambas disciplinas, creado para la entrada a la Casa de Moneda.

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