Si el tema de plagio de Yasmín Esquivel, en su tesis de licenciatura, era incómodo en Palacio Nacional, la investigación que hoy publica el diario digital El País, en la que revela que también plagió su tesis doctoral en la Universidad Anáhuac, podría ser el golpe definitivo para que se separe de su cargo como ministra.

Y aunque la ministra ha demostrado tener más cara que espalda, nada de dignidad o su narcisismo se lo impide, sus acciones arrastran y destruyen el prestigio de la Suprema Corte de Justicia (SCJN) de México y con la amistad que prodiga el presidente López Obrador a su esposo, el ingeniero Riobóo.

Esperemos la reacción y, ahora sí, un posicionamiento del Senado de la república y de los ministros de la SCJN sobre el tema, porque un exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); un exministro español de Cultura y un expresidente del Tribunal Supremo de España; un expresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), así como juristas mexicanos, italianos, españoles y alemanes, coincidieron contundentemente que el plagio ‘ha sido burdo’.

Desde Palacio Nacional a ver cómo le agradecen a la señora Esquivel, ya que los temas con los que venían distrayendo al pueblo bueno como: la culpabilidad del exsecretario de Seguridad García Luna, los señalamientos en contra del expresidente Calderón y la intentona por desinflar la marcha ciudadana del próximo domingo, pasarán a segundo plano, gracias a que la ministra prefirió construir su segundo piso -para blindarse y aferrarse al hueso- y aunque AMLO se haya despedido en su conferencia mañanera de hoy diciendo ‘Eso no es nota’, pero para él.

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