Un equipo de arqueólogos ha descubierto en Irak los restos de un palacio real de más de 4.500 años de antigüedad y un templo dedicado a Ningirsu, uno de los dioses sumerios más importantes. Las excavaciones se realizaron en el marco de una expedición arqueológica organizada por el Museo Británico.
El templo, construido con ladrillos de barro, fue uno de los atractivos principales de la antigua ciudad de Girsu, una de las primeras urbes del mundo y que ahora es un yacimiento arqueológico conocido como Tello, en el sur de Irak. “En el corazón de la ciudad de Girsu, hemos descubierto, y todavía estamos excavando, uno de los espacios sagrados más importantes de toda la Mesopotamia antigua”, anunció Sebastien Rey, arqueólogo principal de la institución cultural inglesa, en una presentación.
El año pasado, el equipo localizó importantes restos de un vasto complejo, previamente desconocido, en un área conocida como Tablet Hill, devastada por excavaciones en el siglo XIX y los conflictos en la región del siglo posterior. A fines del año, se identificaron los primeros muros de adobe del palacio, además de 200 tablillas cuneiformes y registros administrativos de la antigua ciudad, los cuales fueron enviados al museo de Bagdad.
“Después de la Segunda Guerra Mundial y los años de conflicto que siguieron en Irak, el yacimiento de Girsu cayó en el olvido”, señaló Rey. “No es fantasioso decir hoy que Girsu es probablemente uno de los sitios patrimoniales más importantes del mundo que muy pocas personas conocen”.
Girsu era un destacado centro cultural en el corazón de Mesopotamia, una amplia zona entre los ríos Éufrates y Tigris que incluía los territorios donde hoy están los Estados modernos de Irak, el este de Siria, el sureste de Turquía, parte del oeste de Irán y Kuwait. La región fue el hogar de los sumerios, posiblemente la civilización más antigua del mundo, creadores de la escritura y primeros códigos del derecho.