Rusia se está preparando para una guerra a largo plazo en Ucrania y la pausa que se vive en estos momentos es esencial para regenerarse, según el informe anual de los servicios secretos italianos presentado este martes.
“Para los rusos, una pausa operativa, referida a una ralentización de la movilidad de sus tropas sobre el terreno, es esencial para regenerarse y prepararse para una guerra a largo plazo”, indica el documento.
“Moscú también está tratando de aprovechar este periodo de relativo estancamiento para reiniciar las actividades militar-industrial, que, aunque sigue siendo importante en términos de capacidad de producción, está empezando a sentir el impacto de las sanciones occidentales”, añade.
Los servicios secretos explican que “el conflicto se caracteriza por la ausencia de una victoria decisiva por parte de las fuerzas rusas, con la línea del frente oriental permaneciendo esencialmente sin cambios desde la conquista de la región de Luhansk a principios de julio, y la línea del frente sur asentándose en el río Dnipro tras la retirada rusa de Jersón”.
Subraya, además, la “brutalidad continuada de las operaciones militares con ataques contra la infraestructura y la población civil ucranianas”.
“El conflicto se está convirtiendo en una guerra logística, dada la importancia de garantizar líneas de suministro seguras para el reabastecimiento de tanques, piezas de artillería, baterías de misiles, munición y piezas de repuesto militares“, añade el informe.
A principios de 2023, Rusia controla alrededor del 20% del territorio ucraniano y más del 75% de las costas y los ataques rusos han dañado casi el 50% de la infraestructura energética de Ucrania, explican.
“Aunque una gran parte de la población rusa continúa apoyando el trabajo del liderazgo ruso, gracias a la omnipresencia de la propaganda mediática y la narrativa oficial, hay una disminución en el consenso en las encuestas públicas, también atestiguado por la cantidad de personas que abandonan el país”.
Asimismo, el documento alerta de que “Moscú no dejará de interferir en la dinámica política y los procesos internos de toma de decisiones de los países de la OTAN, recurriendo aún más que en el pasado a métodos coercitivos y manipuladores, como los ciberataques, la desinformación y el chantaje en temas como migración y la energía”.