Para la arqueología, los colores no son solamente un tema decorativo, sino que son entendidos como un medio a través del cual se reflejan diversas prácticas sociales, por lo que por medio del estudio de las manifestaciones cromáticas es posible dar cuenta de la naturaleza funcional o simbólica de diversos objetos.

En una reciente investigación, un equipo de arqueólogos descubrió que los alfareros del Imperio wari, que floreció en el altiplano y la costa de Perú entre el año 600 y el 1.050, utilizaron el mismo pigmento negro intenso en la cerámica empleada en contextos rituales, un signo, apunta el Museo Field (EE.UU.), de la influencia de la antigua civilización.

Al analizar las innovaciones en colores, pigmentos y decoración de los estilos cerámicos intrusivos, locales e híbridos resultantes de la interacción entre el Imperio wari y las sociedades asentadas en los valles de Jequetepeque, Nasca y Moquegua, los investigadores lograron determinar que esta antigua civilización promovió, como una forma de mostrar su dominio, “la circulación de pigmentos cerámicos específicos que garantizaban una particular experiencia wari del color”.

‘Negro wari’: la tonalidad de un imperio

Según Luis Muro Ynoñán, coautor del estudio, publicado en Journal of Archaeological Science, muestra de ello es que los elementos utilizados para crear el pigmento negro variaban de un área a otra. En el norte de Perú, “se utilizaban minerales ricos en hierro y calcio, antes de la llegada de los wari, pero después de que estos se hicieran con el control, cambiaron a las recetas basadas en el manganeso”, tal y como era producido a lo largo del imperio.

Aunque la diferencia de tono es sutil, el simbolismo que subyace al uso del ‘negro wari’ pudo haber sido de suma importancia. “En general en la región andina, el color negro está relacionado con los antepasados, con la noche, con el paso del tiempo […] El uso de un determinado color era probablemente importante para imponer una ideología wari específica a las comunidades que conquistaban”, añadió Ynoñán.

Puesto que la civilización wari no utilizaba un sistema de escritura como el nuestro, “la cultura material, como la cerámica, era un medio importante para transmitir mensajes sociales y políticos […] El impacto visual de estos objetos habría sido muy poderoso”, afirmó el arqueólogo, quien agregó que el estudio de colores, pigmentos y decoración puede contribuir mejor a la comprensión de la política y las relaciones de producción cerámica, el sincretismo religioso y el cambio cultural en el pasado andino.

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