El próximo miércoles se cumplen 6 meses de la desaparición de Francisco Fernández Morales “El Potro”, ocurrida en la comunidad de San Isidro en el municipio de Actopan. Lo que se informó en medios y redes sociales, es que la tarde del 26 de octubre pasado, el activista social fue privado de su libertad por un grupo de personas desconocidas que se lo llevaron por la fuerza. También se apoderaron del automóvil Dodge Atos con el que el dirigente acostumbraba a desplazarse en su lucha contra las altas tarifas de electricidad en los municipios de la zona centro de Veracruz.
Se sabe que la familia presentó la denuncia correspondiente ante la fiscalía y que estuvo acudiendo a reuniones en esa instancia procuradora de justicia. Sin embargo, no han circulado datos sobre los avances de las investigaciones. Y hace pocos días el secretario del Movimiento de Resistencia La Leyenda de Chucho El Roto, la organización fundada hace 25 años por El Potro, dio una conferencia de prensa en Xalapa para insistir por el ajuste de tarifas, sin haber realizado ningún pronunciamiento por la desaparición de su líder.
La primera versión que trascendió en la zona de Actopan, fue que una vendedora de comida de la carretera costera, había señalado que ese día había visto el pequeño automóvil del líder, viajando rumbo a Palma Sola, escoltado por dos camionetas pick up en cuyas bateas iban grupos de hombres.
La segunda versión que corrió en san Isidro, fue que Francisco Fernández tenía fuertes problemas de tenencia de la tierra con algunos propietarios o herederos de predios, que reclamaban los terrenos que se había adjudicado en el lugar el Movimiento de resistencia, y que a esa circunstancia podría deberse la desaparición forzada de Fernández Morales.
La tercera versión que permeaba en la zona, era en el sentido de que el dirigente actopeño se había enfrentado a un peligroso grupo de individuos que desde meses atrás comenzaron a pedir cuotas o a hacer cobros a los habitantes y comerciantes de la localidad de Chachalacas, que tenían adeudos con la CFE, institución que con cierta frecuencia cortaba la electricidad a las personas que no podían pagar recibos de miles de pesos por consumos eléctricos.
Otro dato que llegó a trascender es que El Potro no se encontraba recluido por motivo de detención de autoridad policiaca.
Otra versión que se ha difundido entre la población es que ante la tozudez del Potro, alguien con mucho poder le había aplicado aquella vieja sentencia de la política del más fuerte, que suele ser convincente y que probablemente algún enviado le transmitió: “¿Qué prefieres, encierro, entierro, o destierro?”. Pero es una simple especulación.
El Potro forjó su propia leyenda y ha sido un personaje con luz propia que supo transitar de las dirigencias locales a la diputación y gestoría, y de ella, al exitoso apoyo a proyectos productivos agropecuarios en comunidades pobres; un soñador de eterno sombrero de palma con peculiar habilidad para hacer más grande su historia.
Quién sabe si con el paso de los años, su imagen renovada y fortalecida pudiera ser vista de nuevo, cabalgando en las llanuras de Actopan, y que la gente que lo admira vuelva a escuchar sus celebradas anécdotas campiranas. Situación, desde luego, mil veces preferible, a cualquier pensamiento trágico sobre su misterioso paradero.
Porque por desgracia, los de ahora son tiempos nada afortunados para la ley y la justicia.