Provienen de una añeja tradición musical mexicana. Sus intérpretes, todos varones, tienen millones de seguidores y detractores. En sus canciones usan la jerga que se habla en los estados del norte y que, en muchos casos, parece más un lenguaje en código indescifrable para los extraños. Encabezan las listas de éxitos a escala internacional.

Se trata de los “corridos tumbados”, una novedosa variación de la música regional mexicana que es objeto de una intensa polémica por el contenido de letras que hablan de narcos, violencia, armas, autos de lujo, mansiones, tráfico y consumo de drogas ilegales, alcohol, marcas exclusivas. Y, también, de amistad entre hombres, romances y mujeres.

El nuevo género comenzó a tener auge hace dos años, sobre todo en las ciudades fronterizas de México y EE.UU., pero terminó de consolidarse el pasado 28 de abril, el día en que Peso Pluma, un cantautor de 23 años, fue invitado a Nueva York para participar en The Tonight Show, el programa del famoso conductor Jimmy Fallon.

Fue una especie de legitimación mediática. Para entonces, “Ella baila sola”, el primer hit de Peso Pluma en colaboración con el grupo Eslabón Armado, ya encabezaba las listas de reproducción en Spotify y otras plataformas; había sido uno de los mejores debuts de la prestigiosa lista Billboard y ya contaba con ventas récord.

https://twitter.com/ElPesoPluma/status/1652920419601764352?s=20

Después de su exitosa participación en el show estadounidense, Peso Pluma, un joven nacido en 1999 en Jalisco y cuyo verdadero nombres es Hassan Emilio Kabande Laija, ya que es de ascendencia libanesa, se convirtió en el máximo exponente del género. Hoy, cuenta con 47 millones de oyentes mensuales en Spotify.

A él se le suman otros artistas como Natanael Cano, uno de los precursores de esta música; Yahritza y su Escencia, Junior H., Víctor Cebrián o el Grupo Frontera, que llenan salas en ambos lados de la frontera.

Alianzas y escándalos

Otra consecuencia de la consagración de los “corridos tumbados” fueron las controversias que, a partir de entonces, no cesan, y que incluyen críticas por la manera en que objetivizan a las mujeres en tiempos de revoluciones feministas, disputas con artistas de otros géneros y reclamos para que se prohíban en varios estados mexicanos.

En las últimas semanas, cantantes como Maluma o Pepe Aguilar, y la banda rockera Molotov, criticaron el auge de los “corridos tumbados”.

Aguilar, heredero de una familia legendaria en la historia de la música tradicional mexicana, incluso advirtió que se trataba de canciones sin ningún tipo de calidad.

Por el contrario, otros artistas de pop, hip hop, trap o rap –que también han enfrentado críticas por supuesta falta de valor artístico de su música o porque en sus letras abundan alusiones a la sexualidad– están forjando alianzas con los artistas de los “corridos tumbados”.

Entre ellos se encuentran el portorriqueño Bad Bunny, la argentina Nicky Nicole y la estadounidense Becky G., quienes ya realizaron o anunciaron esperados duetos con algunos artistas del nuevo género. Incluso la famosa Thalía causó furor al anunciar una inminente grabación de un “corrido tumbado”.

Pero la polémica tuvo otras derivaciones la semana pasada, cuando se viralizaron videos en lo que estudiantes de escuelas primarias de distintos estados del país celebraron el Día del Niño coreando algunas de las canciones que naturalizan el tráfico de drogas, lo que escandalizó a docentes y autoridades escolares.

“Tenemos como maestros el compromiso de cuidar lo que nosotros en este momento ponemos en centros educativos de música, invité a compañeros a hacer reflexión y no incidir en una mala cultura”, explicó la dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en Nayarit, Guillermina García, quien convocó a prohibir los “corridos tumbados” en todas las escuelas públicas.

“Es una música que incide en situaciones que no son formativas, porque hablan de violencia, de drogas, de sexo”, acusó en una entrevista con el diario Reforma, ya que el género describe una vida de peligros y lujos, y que convierte al mundo narco en algo aspiracional.

Fama

Nada merma, sin embargo, el auge de un estilo musical que es herencia de los corridos revolucionarios que se popularizaron hace más de un siglo, y que contaban las aventuras de los héroes patrios y las distintas formas en que se vivió la revuelta armada que dio origen al México moderno.

Con el paso del tiempo, la producción y trasiego de sustancias ilegales se masificó en la frontera mexicana, debido a que EE.UU. siempre ha sido el país que consume más drogas en todo el mundo, lo que generó la “narcocultura”, término que abarca desde la forma de vestir y de hablar de los habitantes de esos estados, hasta sus consumos culturales, incluida la música.

Por eso, antes que los “corridos tumbados”, la polémica se centró en los “narcocorridos” que empezaron a contar los crímenes de los jefes del narco como si fueran héroes. Algunos de ellos, en un afán de convertirse en leyendas, incluso pagaron fortunas para que les escribieran canciones con la historia de vidas plagadas de crímenes y violencia que se romantizaron.

Los “narcocorridos” fueron prohibidos en estaciones de radio, pero las nuevas tecnologías permitieron atravesar esas barreras y es común escucharlos en todo tipo de plataformas y redes sociales.

Lo mismo ocurre ahora con los “corridos tumbados” que, a diferencia de los “narcorridos” que tenían un público más acotado, han conquistado a niños, adolescentes y adultos en ambos lados de la frontera y son validados por la industria musical.

Publicidad