Cualquiera que haya pasado una tarde de verano espantando mosquitos, o un día rascándose las picaduras, estará de acuerdo: los mosquitos son lo peor. Pero los olores que producimos los humanos son una parte importante de lo que atrae a los mosquitos hacia nosotros.

En un estudio publicado este viernes, los científicos ayudaron a determinar las distintas sustancias químicas del olor corporal que atraen a estos insectos al construir una zona de pruebas del tamaño de una pista de hielo e introduciendo los olores de varias personas.

Los mosquitos pertenecen a la familia de las moscas y la mayor parte del tiempo se alimentan de néctar. Sin embargo, las hembras que se preparan para producir huevos necesitan una comida con proteína extra: sangre.

En el mejor de los casos, una picadura solo te dejará un bulto rojo que produce comezón. Pero las picaduras de mosquito a menudo se vuelven mortales debido a los parásitos y virus que transmiten. Una de las enfermedades más peligrosas es la malaria.

La malaria es una enfermedad de transmisión sanguínea causada por parásitos microscópicos que se instalan en los glóbulos rojos. Cuando un mosquito pica a una persona infectada de malaria, aspira el parásito junto con la sangre. Tras desarrollarse en el estómago del mosquito, el parásito “migra a las glándulas salivales y luego es escupido de nuevo a la piel de otro huésped humano cuando el mosquito vuelve a alimentarse de sangre”, explica el Dr. Conor McMeniman, profesor adjunto de Microbiología Molecular e Inmunología de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins y del Instituto Johns Hopkins de Investigación sobre la Malaria, en Baltimore.

La malaria se erradicó en Estados Unidos en el último siglo gracias a las mosquiteras de las ventanas, el aire acondicionado y las mejoras en los sistemas de drenaje donde pueden crecer las larvas acuáticas de los mosquitos, pero la enfermedad sigue siendo un peligro para gran parte del mundo.

“La malaria sigue causando más de 600.000 muertes al año, sobre todo en niños menores de 5 años, y también en embarazadas”, afirma McMeniman, autor principal del nuevo estudio publicado en la revista académica Current Biology.

“Inflige mucho sufrimiento en todo el mundo, y parte de la motivación de este estudio era intentar comprender realmente cómo los mosquitos que transmiten la malaria encuentran a los humanos”.

McMeniman, junto con los investigadores postdoctorales de Bloomberg y primeros autores del estudio, los doctores Diego Giraldo y Stephanie Rankin-Turner, se centraron en el Anopheles gambiae, una especie de mosquito que se encuentra en el África subsahariana. Se asociaron con el Macha Research Trust de Zambia, dirigido por el Dr. Edgar Simulundu, director científico.

“Estábamos muy motivados para desarrollar un sistema que nos permitiera estudiar el comportamiento del mosquito africano de la malaria en un hábitat que reflejara su hábitat natural en África”, explica McMeniman. Los investigadores también querían comparar las preferencias olfativas de los mosquitos entre distintos seres humanos, observar la capacidad de los insectos para rastrear olores a distancias de 20 metros y estudiarlos durante sus horas más activas, entre las 10 de la noche y las 2 de la madrugada.

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