Se requiere seguir con la construcción, fortalecimiento y búsqueda de la permanencia en el tiempo de las evaluaciones, dijo la Dra. Graciela Teruel Belismelis, directora de la División de Estudios Sociales de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, durante la ‘Semana de Evaluación 2023. El futuro del M&E: cultura, contexto y colaboración’.

Durante la segunda de las dos charlas de esta actividad, intitulada ‘¿Cómo lograr un ecosistema de evaluación resiliente e inclusivo?’, la doctora mencionó que la evaluación requiere técnica, innovación, adaptación e ir aprendiendo de experiencias pasadas y de mejores prácticas, luego entonces, qué mejor que seguir creando desde la academia.

Pero la academia necesita alianzas con los gobiernos para tener incidencia, para que las evaluaciones hechas por la primera se conviertan en ley y mejoren el bienestar de la población. Así que, si se quiere tener incidencia, es indispensable aliarse gobiernos locales y federales y con organismos internacionales.

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En la Semana de Evaluación 2023 -realizada en la IBERO con apoyo de su Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad, EQUIDE-, se tuvo un par de pláticas, con el fin de desarrollar estrategias para la realización de evaluaciones con evaluadores jóvenes y emergentes.

Fue un diálogo entre actores del sector académico, las redes de evaluación de México y Chile, y el Gobierno de Yucatán, que compartieron sus experiencias y expectativas para llevar a cabo un plan de acción entre México y Chile que vincule a EJEs y estudiantes a los procesos de evaluación de una forma significativa, que permita fortalecer el ecosistema de evaluación.

Adicionalmente, la Dra. Claudia Maldonado Trujillo, consejera del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), expuso que las prácticas y las capacidades de evaluación no se sostienen ni consolidan solas, siempre es necesario una red social de participantes del tercer sector, de activistas, de públicos atentos y usuarios que les den soporte social, legitimidad y visibilidad.

“En ese sentido, dado el perfil demográfico de México y dadas las grandes preguntas de políticas públicas, pues es innegable que se necesita la inclusión de sectores más jóvenes, que enfrentan una acumulación de desventajas francamente preocupantes en nuestro país, y también que tienen perspectivas, preguntas y vocaciones metodológicas distintas”.

En respuesta a cómo lograr un ecosistema de evaluación resiliente e inclusivo, afirmó que en estricto no se puede diseñar, por ser producto de interacciones no centralizadas. Pero sí se puede promover la inclusión y resiliencia a través de la defensa de las instituciones, prácticas y orientación de la política pública informada en la evidencia. Y cada uno desde sus trincheras, académicos, activistas, evaluadores, usuarios y ciudadanos, puede contribuir a la construcción de ese ecosistema.

“Se trata de un esfuerzo colectivo, descentralizado, que supone el desarrollo orgánico de apoyos políticos y sociales para la evaluación, y de mecanismos que defiendan estos sistemas frente a desafíos o resistencias políticas o de cualquier otra índole, y también que promuevan de manera sistemática la inclusión, que lo que hace es generar públicos y aliados amplios y diversos, y contribuir también a la resiliencia por esta vía”.

En cuanto a por qué se decidió acercar a México y Chile en esta dinámica de vinculación de estudiantes a los procesos de evaluación, declaró que en general en Latinoamérica hay una experiencia pionera en materia de institucionalización de los sistemas de evaluación, así como preguntas, desafíos y limitantes compartidas.

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